Los jefes de la policía rosarina ayer a la tarde lucían exultantes. Para los uniformados el operativo de seguridad en el clásico no había tenido fisuras.
Los jefes de la policía rosarina ayer a la tarde lucían exultantes. Para los uniformados el operativo de seguridad en el clásico no había tenido fisuras.
Ni siquiera las escaramuzas que protagonizaron los hinchas canallas cuando se estaba retirando la parcialidad leprosa, logró empañar para la fuerza el impresionante despliegue policial.
El incidente se desató cuando el empate estaba sellado. Entonces, un grupo de simpatizantes centralistas logró salir por la puerta 5 por donde se retiraban los hinchas rojinegros. Los locales fueron en búsqueda de sus tradicionales adversarios, pero no hubo encontronazos. Los canallas arrojaron piedras y la policía los contuvo disparando balas de goma. No fue el único momento de tensión.
Casi al mismo tiempo, varios hinchas de Central desbordaron la puerta 1, sobre Cordiviola, con la intención de llegar a Avellaneda, por donde se iban los rojinegros.
Los uniformados también los frenaron. Ya para entonces, más de cuarenta hinchas de los dos clubes se habían quedado sin ver el encuentro. La policía los había apresado en los operativos que realizaron antes del partido. También se perdieron el clásico dos ex soldados de Pimpi Camino. A Roque Ricardo Sosa, de 51 años, y a Luis Alberto Amame, de la misma edad, los detuvieron al mediodía cuando iban en una moto por el pasaje Nelson y Rawson con un revólver calibre 22.
Los de Newell’s que sí pudieron ir sortearon un riguroso control en Avellaneda y Almafuerte. Debieron exhibir la entrada y someterse al cacheo que realizaba la policía. A las 14.30, Pedro Loco Demente Bismark —un caracterizado hincha leproso— pasó sin inconvenientes por el control. Saludó con efusividad a un jefe policial e intercambió una broma con otro uniformado. Ya hacía un rato que Diego Panadero Ochoa, con unos 400 hinchas, se encaminaba hacia el Gigante.