El funeral del criminal nazi Erich Priebke, fallecido el viernes pasado en Roma, debió ser suspendido ayer después de las fuertes protestas que suscitó la decisión de la ultraconservadora Hermandad San Pío X de celebrarlo pese a haber sido prohibido por diversas instancias religiosas y estatales. Decenas de manifestantes intentaron obstaculizar con patadas y puñetazos el ingreso del ataúd en la capilla en la que el criminal iba a ser velado. Ya el arribo del cajón fue recibido con gritos de "asesino" y "verdugo", según medios italianos. "La ceremonia nunca empezó", dijo el abogado del ex oficial de la SS, Paolo Giachini. Según Giachini, el funeral no se realizó porque los familiares y amigos del muerto no pudieron ingresar en el lugar. Entre ellos se encontraba uno de los hijos de Priebke. Giachini dijo además que no continuará ejerciendo como abogado de la familia.
Ahora se espera que el ataúd permanezca en las instalaciones de la Hermandad, y no está claro dónde se le dará entierro. Después de varios días de negativas por parte de autoridades católicas y públicas de Italia, Alemania y Argentina, la Hermandad San Pío X había decidido celebrar el funeral de Priebke en una localidad al sudeste de Roma. Previamente, el Vaticano había prohibido la celebración en Roma, en cuyas inmediaciones Priebke participó durante la Segunda Guerra Mundial en el asesinato de 335 civiles en las Fosas Ardeatinas.
Las autoridades de Roma también habían prohibido tanto una celebración pública del funeral como el transporte del ataúd y posibles convocatorias en torno a la figura del nazi.
Nadie lo quiere. En Alemania, el pueblo en el que nació Priebke, Henigsdorf, tampoco se mostró dispuesto a acoger sus exequias, mientras que Argentina, donde el criminal permaneció oculto durante casi medio siglo antes de ser extraditado a Italia, también se negó a dar sepultura a sus restos.
Tras los múltiples rechazos, el Corriere della Sera indicó que el funeral tendría lugar en Albano Laziale, unos 25 kilómetros al sureste de Roma, en instalaciones dirigidas por la Hermandad San Pío X. El ataúd llegó escoltado por seis patrulleros. El alcalde de la ciudad —cercana a la residencia papal de Castel Gandolfo— intentó evitar que la ceremonia tuviera lugar allí. "Estoy muy preocupado por el orden público", afirmó Nicola Marini antes del funeral.
Ante la capilla se enfrentaron grupos opositores y neofascistas que debieron ser separados por la policía. Los efectivos debieron intervenir, entre otros, cuando un grupo de manifestantes arrinconó al sacerdote que arribaba al lugar. Ante las protestas, el funeral no pudo tener lugar.
La Hermandad San Pío X fue fundada en 1970 para protestar por las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II, incluida el repudio oficial de la idea de que los judíos eran culpables como colectivo de la muerte de Jesucristo. A sus miembros se les ha asociado a menudo con posturas antisemitas.