Los suizos aprobaron en referéndum limitar la entrada de inmigrantes, principalmente de la Unión Europea, un resultado que va a provocar serias fricciones en las relaciones con Europa. Ayer llegaron las primeras críticas y advertencias desde Bruselas. El Ejecutivo suizo era contrario a la medida, consciente de las tensiones que conllevará en su relación con la UE. Suiza no forma parte de esta unión de 28 naciones europeas.
La propuesta llamada "Fin a la inmigración masiva", promovida por el partido nacionalista UDC, logró la doble mayoría requerida, la de los electores (50,3 por ciento), y la de los cantones. Casi todos los partidos políticos suizos, el gobierno y la patronal habían llamado a los electores a votar en contra del texto, al considerar que frenar la inmigración comprometerá la prosperidad suiza.
El "sí" amenaza seriamente el acuerdo de libre circulación de personas vigente con la Unión Europea desde 2002, que se ha traducido en una fuerte inmigración de ciudadanos del bloque a Suiza. Fue este fenómeno el que motorizó la iniciativa referendaria del partido UDC. Ahora, queda en duda la pertenencia de Suiza al "espacio Schengen", de fronteras abiertas.
Suiza, un país neutral de 8 millones de habitantes que no forma parte de la UE pero está rodeado de Estados de este bloque, deberá reinstaurar el sistema de "cuotas" anuales de inmigrantes, que existía antes del acuerdo de libre circulación de 2002. La ministra suiza de Justicia, Simonetta Sommaruga, anunció poco después de conocerse el resultado que el gobierno aplicará "rápido y de forma consecuente" el texto del referendo, e invitó al diálogo a todos los partidos.
El texto aprobado pide que Suiza gestione de forma autónoma la inmigración de extranjeros y restablezca cuotas anuales para los trabajadores, en función de "los intereses económicos globales de Suiza y respetando la preferencia nacional". Los críticos del referendo afirman que el el actual acuerdo con la UE ya permitía a Suiza reinstaurar las cuotas temporales, una medida a la que de hecho recurrió Berna para limitar la llegada de trabajadores de Europa del este. Sin embargo, esa cláusula expira este año.
La Unión Europea lamentó en un comunicado el resultado de la consulta, y observó que éste "va en contra del principio de libre circulación de personas entre la UE y Suiza. La UE examinará las implicaciones de esta iniciativa en el conjunto de las relaciones bilaterales", prestando atención en particular a la posición del gobierno suizo frente al resultado, añadió el bloque de los 28.
La patronal suiza estimó que ahora se abre "un período de incertidumbre para la economía suiza, lo cual no es bueno". En la misma línea, el sindicalista y diputado socialista Paul Rechsteiner dijo que "es un mal resultado, porque Suiza necesita tener buenas relaciones con la UE".
"Es un giro en nuestra política de inmigración", se felicitó el presidente de la UDC, Toni Brunner. El resultado de la consulta fue saludado por el líder del partido populista británico UKIP, Nigel Farage, favorable a que se organice un referendo del mismo tipo en el Reino Unido.
Impacto en Italia.Los medios italianos señalaban el efecto negativo para los trabajadores de su país "Perjudica en particular a los ciudadanos italianos —son unos 60 mil— que trabajan en el Cantón Ticino", de habla italiana, remarcaba ayer Il Corriere della Sera. Hasta ahora tenían libre acceso a Suiza, como todos los europeos de la UE. Los partidarios del referendo quieren que los puestos de trabajo sean prioritariamente para los suizos, y que sólo ante la falta de estos se opte por extranjeros. Pero precisamente los extranjeros logran trabajo en Suiza porque aceptan salarios más bajos que los ciudadanos helvéticos.