Apedido de un alumno y como homenaje a los 100 años de la muerte de August Strindberg, el gran Héctor Ansaldi adaptó "Inferno"; que es una especie de autobiografía del dramaturgo sueco, la cual consteló con su propia historia. Según el actor y director rosarino, durante el proceso creativo surgieron varios paralelos entre él y Strindberg, que hicieron que el estilo "ansaldesco" se potencie al máximo y desate su propia locura, que lo llevó a cancelar la presentación de esta obra en España y a estar bajo tratamiento psiquiátrico. "En 2012 me puse a trabajar para pasar este libro al teatro. Y la verdad que me llevó a hacer una locura mía, por poco me internan en un psiquiátrico y por eso no pude ir a España. Fue terrible. Esta obra me sacó de las casillas porque tiene mucho que ver conmigo. Strindberg se volvió loco y, a partir de la obra, yo también", relató Ansaldi. La obra escrita, dirigida y protagonizada por Ansaldi junto a Martín Antuña, Manuel Lafranchi y Flor Cardú, sube a escena todos los sábados a las 22 en el teatro Caras y Caretas (Corrientes 1518), que este año cumple 40 años.
CIELO E INFIERNO. Es la primera vez que Ansaldi no encuentra una similitud con su personaje fetiche, Piripincho. En otras obras suyas, de Chejov, Shakespeare, e inclusive en el Zaratustra de Nietzsche existieron varios puntos de contacto con Piripincho, pero en este caso, Ansaldi encontró algo completamente distinto que late en su propia existencia como actor y director. "Creo que Strindberg tiene la locura que tengo yo. Es un personaje que nunca hice. Este no tiene nada que ver con Piripincho, tiene más que ver conmigo y ahí se generó un chispazo", destacó el actor.
Ansaldi contó que "Cielo" es la primera parte de la obra de Strindberg, donde aparecen Dios, el Diablo y los ángeles. Todo el teatro Caras y Caretas está incluido en la puesta porque tengo la suerte de tenerlo para mí. Lo que más disfruto es hacer la plástica de las obras. No me gustan los decorados, sino la escenografía que participa como personaje", contó.
En cuanto a los aspectos tomados del libro de Strindberg para consumar esta obra, el artista señaló: "Para Strindberg la vida en este mundo es un infierno donde uno está pagando ciertas cosas. El autor cuenta cómo fue dejando el arte por la familia. Empecé a leer el libro y me encontré con una especie de diario íntimo y llevé lo dramático al teatro de acuerdo a lo que iba encontrando de él y de mí. Lo fui adaptando hasta un punto en donde encontré una frase y dije: "Esto tiene que terminar así". Quizás puede venir una segunda y tercera parte porque el libro es mucho más largo. Pero decidí darle esa extensión por los tiempos teatrales".
SIMILITUDES. El espíritu de Strindberg sobrevuela toda la sala a través de la interpretación de Ansaldi, quien se identificó con el autor en numerosos aspectos. "Me identifiqué con la contradicción que plantea acerca de la familia y el arte. Cuesta poder combinar la profesión con la familia, más cuando uno está obsesivo con una obra artística. En el caso de Strindberg, se aisló, dejó a la familia y le dijo a la esposa que tenía otra mujer, que en realidad era mentira. Hace casi 50 años que me dedico al teatro y toda la vida me costó mucho lograr el equilibrio entre el teatro y la familia. Creo que es muy sufriente para todos", señalo el actor.
Durante el proceso creativo, Ansaldi se identificó a tal punto con Strindberg que tuvo que recurrir al psiquiatra. "Yo me dirijo a mí mismo, y el hecho de no tener director hace que vaya hasta el fin de todo. Un director te pone límites hasta en lo físico y yo siento que me excedí. El psiquiatra me dio medicación y luego la dejé de tomar porque pensé: «No puedo llegar a esto»".
En esta versión de Ansaldi, Augusto son tres, aunque podrían ser miles. "Yo soy el protagonista pero permanentemente estoy secundado por dos actores que interpretan al Augusto del cielo y al Augusto del infierno que van siguiendo al protagonista", destacó el actor. "Si bien no es una obra cómica, tiene rasgos de humor. Tiene un estilo tragicómico. Tampoco puedo hacer teatro absolutamente realista. Tengo mi estilo particular que se relaciona con el simbolismo. El humor aparece en momentos de ruptura para salir de lo denso. Cuando la gente llega, entra a un especie de psiquiátrico donde una enfermera le da pastillas y bebidas de colores. Y ahí comienza una alucinación mística donde cada uno encontrará su propia locura", concluyó Ansaldi acerca de esta puesta que se aleja de lo convencional para convertirse en un ritual que involucra a toda la sala.