Guillermo Francella destacó la actitud de su personaje que enfrenta la realidad como un "valiente" en el filme que se estrena hoy
Guillermo Francella destacó la actitud de su personaje que enfrenta la realidad como un "valiente" en el filme que se estrena hoy
"Somos muy prejuiciosos. Uno cree que no lo es, pero lo es". Así explicó Guillermo Francella el eje de "Corazón de León", el filme que se estrena hoy en Rosario. El actor está acompañado Julieta Díaz y la dirección pertenece a Marcos Carnevale, responsable de "Elsa y Fred", "Anita" y "Viudas", y también director de contenidos de la exitosa tira "Farsantes". Francella interpreta a León Godoy, un exitoso arquitecto divorciado, y Díaz a una abogada que pierde su celular. Cuando se encuentran sobreviene el impacto que, con pinceladas de comedia, pone en crisis convicciones arraigadas.
—¿Qué te interesó del guión?
—El disparador, que me resultó más que original, fue que me pareció una película absolutamente distinta. Los reparos que tenía era cómo podía quedar el efecto digital y una vez que lo comprobé haciendo pruebas que quedaba extraordinario, me sumé confiando mucho en lo que contaba Marcos Carnevale respecto de la película y cómo era la historia. Me sedujo por todos los costados. Me pareció por sobre todas las cosas de una originalidad absoluta, una cosa que no abunda mucho. Hay bastante carencia hoy día de ideas originales en cine. Tener esta idea y este riesgo me pareció hermoso para asumir por la profundidad de todas las cosas de las que habla la película. Me pareció significativa por todos lados.
—¿Cuáles son esos temas?
—Habla de un montón de cosas. No es la importancia sólo del efecto digital, que queda extraordinario, sino que habla de los mandatos sociales, de los prejuicios, de los preconceptos y de muchísimas cosas más, y tiene un grado de profundidad notable que la hace conmovedora del principio al final.
—Es la tiranía de la perfección estética y del éxito...
—Somos muy prejuiciosos. Uno cree que no lo es, pero lo es. Si tenés una hija y de pronto se aparece con que está saliendo con un tipo que tiene mi problema no sé si no le decís "te parece hija...". Entonces ese mandato tuyo ya la parte al medio. ¿Qué es más importante lo que ella siente o lo que dice el otro, o la burla o la mirada descalificadora? También si te enamorás de una mujer de 120 kilos y tus amigos dicen "dejate de joder, ¿te parece?". ¿Por qué? ¿Qué pasa? Y ahí nos damos cuenta que todos, no sé, te enamorás de quién sea y siempre hay algo raro en todo eso, que al tomar conciencia, en la práctica, transitándolo y padeciéndolo, desde el personaje es muy doloroso.
—¿León es un antigalán?
—No sé si es tan antigalán, a mí me encanta la valentía de León. Otro se hubiera quedado derrumbado en su casa. El hombre lo revirtió en su totalidad porque formó una familia hermosa, después se separa, con una ex mujer e hijos de estatura normal; es un arquitecto híper exitoso, con una posición social brillante. El no se quedó en eso. El sabe el preconcepto que hay, que cuando llega a un lugar lo observan, pero él no se achica. Al contrario. Tiene mucha personalidad. Eso me encantó del personaje. Es un galán de 1,36 metro. Increíble, pero lo es. Muy seguro de sí mismo. Por supuesto, que hay una escena con el hijo muy conmovedora en la que el hijo le dice que nunca le prestó atención a cómo lo miraban porque a él no le importaba. Pero él se quiebra y le importa y le cuenta cómo vivió, cómo luchó como un titán para revertir eso.
—Además el personaje femenino, como en las redes sociales, lo construye a su medida. Ella, de alguna manera, es la causante de su propia sorpresa
—Es verdad. El mérito está después, en que, ante la desazón de ver una cosa totalmente diferente, él dice "tratá de olvidarte por un ratito que la vas a pasar bien". Pero ella le dice "estoy ocupada, me tengo que ir". Lo que diría cualquiera. "Pero no tenés que ir a ningún lado. Te asustaste porque mido 40 centímetros menos de lo que te imaginabas. Pero está todo bien, no pasa nada". Ella lo construyó. Tienen una charla muy seductora, que genera empatía inmediata, él tira toda su batería de recursos telefónicos, y ella se siente atraída por eso, pero cuando lo ve queda de una pieza. En la actitud de él está cómo revierte eso y lo hace muy bien. Cuando ella mira para los costados le dice "si mirás para los costados morís porque son humanos, la cabeza de esta gente no para de pensar; qué hace este tipo con esta mina, qué perversión hay ahí". No hay ninguna perversión. Le está devolviendo un celular...
—Marcos Carnevale tiene predilección por tratar temas delicados en el cine.
—Marcos tocó el tema del amor en la ancianidad con la película "Elsa y Fred", la chica con síndrome de Down en "Anita", y lo hace con un enorme respeto y una enorme sensibilidad. Eso es lo lindo de Marcos. Por eso me sentí muy contenido con lo mío, que tenía que componer a alguien que tenía que caminar de una manera distinta, además de su postura, su pecho erguido, su cuello hacia atrás. Porque no tiene ninguna deformidad. Es un hombre normal, sólo es su estatura...
—Estás estrenando simultáneamente con el rodaje de "El misterio de la felicidad", con Daniel Burman.
—Ahora estoy muy abocado al cine. A veces me llegan textos que me gustan y cuando puedo y me dan los tiempos los hago. A veces estoy corriendo de acá para allá, como en este caso, que estoy lanzando una película y paralelamente filmando, pero me resulta muy atractivo, porque son textos lindos, directores con lo que quería trabajar, como Burman, como Carnevale, como Campanella, gente que me gusta y tenía ganas de estar en su equipo.
—¿El cine argentino se está reposicionando, sobre todo teniendo en cuenta fenómenos como "Metegol", con casi 1,6 millones de espectadores?
—Depende las propuestas, sí, pero hay una reactivación. A la gente le gusta ver cine argentino. Al argentino le gusta ver su cine. Siempre que le den proyectos donde se sientan un poco identificados o que vea un argumento que lo hace potable, convocante, cuando haya temáticas que contar. Cuando vos le das ese cine, la gente concurre y llena los cines. Cuando no, no hay eco. Pero esta es muy diferente a todo lo que se vio en Argentina.
—¿Las repeticiones de "Casados con hijos" o "Poné a Francella" te dejan anclado a un tipo de trabajo que podría desplazar a otras propuestas?
—Un poco hay de eso, pero también pasé por todos los estados. Pero llega un momento que a ellos les asiste el derecho de emitirlo y lo tengo que entender. A la gente le gusta y mucho. No es casual que un programa de televisión que tiene doce años como "Poné a Francella" lo sigan viendo como si fuera el primer día, con un encendido feroz. "Casado con hijos", lo repitieron cien veces. Estoy cuatro horas por día en pantalla, son 80 mensuales y lo siguen viendo con un encendido que le gana a todos los programas que compiten contra él. Es muy fuerte.
—El público en general espera que los hagas reír. ¿Sentís como una presión verte en esos personajes?
—Siempre esperan. No te olvides que la comedia es un género que más trabajé. Y sí. Estoy emparentado con la comedia y me encanta. "El hombre de tu vida" fue un éxito tremendo. Creo que en ese sentido no me afecta. Al contrario. Gusta y mucho. Y me siento feliz de poder generar eso en la gente.