Roma. — El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, reanudó su
trabajo en Roma, a casi un mes de la agresión que sufrió en Milán a manos de un desequilibrado
mental. El incidente reforzó ulteriormente la ya alta popularidad del gobernante.
Luciendo su característica sonrisa, Berlusconi, de 73 años, y sin
cicatriz alguna en su rostro, se reunió con el presidente del país, Giorgio Napolitano, para
abordar las reformas de este año, entre ellas la polémica ley para abreviar los procesos
judiciales, que muchos consideran hecha a su medida. Antes de ingresar a la sede del Ejecutivo,
Berlusconi habló con la prensa, inusualmente abrigado con una campera que le regaló el mandatario
ruso, Vladimir Putin, y que al parecer ha tomado como amuleto.
Luego de extenderse sobre la reforma fiscal y la relación con su aliado
Gianfranco Fini, el premier comentó sobre su recuperación: “Casi no me quedaron marcas. Pero
desgraciadamente deberé hacerme un implante dental”. A Berlusconi, efectivamente, se lo vio
totalmente recuperado. Bronceado y sonriente, conversó animadamente con los reporteros y un grupo
de simpatizantes.