Un aviso de televisión que mostró esta semana a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, una persona extremadamente reservada, cocinado pasta, da una idea de lo incierto que es el resultado de las elecciones presidenciales de octubre. Rousseff y otros candidatos están cambiando sus estrategias, mostrando aspectos de su personalidad antes desconocidos en la carrera por la presidencia, más ajustada de lo imaginado tras el ingreso esta semana en la disputa de la ambientalista Marina Silva.
Popular entre los votantes más jóvenes por su autenticidad y postura firme contra la corrupción, Silva entró a la cancha tras la muerte en un accidente de avión del candidato de su partido. Silva obliga a la presidenta Rousseff y a otros candidatos a mostrar un lado más humano, como indica la escena en la cocina de Dilma, y jugarse a todo o nada con el mensaje que más quiere escuchar el electorado brasileño: cambio. Cerca de dos tercios de los votantes de Brasil dijeron en los sondeos que quieren que el próximo gobierno traiga cambios, lo que refleja un descontento generalizado con una economía estancada, la corrupción y los pobres servicios públicos como los de salud y educación. Las credenciales "anti orden establecido" de Silva, entre ellas su salida del gobernante Partido de los Trabajadores en 2009 tras una disputa por la deforestación de la Amazonia, le dan un atractivo enorme ante los desencantados votantes, muchos de los cuales participaron el año pasado en masivas protestas callejeras contra la elite política.
Un sondeo publicado esta semana mostró que Rousseff lidera las preferencias de voto para las elecciones del 5 de octubre, mientras Silva compite cabeza a cabeza con el socialdemócrata Aecio Neves, el preferido de los mercados. Sin embargo, Silva aventajaría ligeramente a Rousseff si ambas pasan a una segunda vuelta el 26 de octubre, un escenario cada vez más probable. Aún antes de que Silva presentara el miércoles su candidatura, Rousseff ya trataba de reconocer la insatisfacción pública, como muestra el slogan de su campaña: "Más cambios, más futuro".
Mensaje difícil.Miembros del PT reconocen en privado que no es fácil para un partido que ha dirigido Brasil por 12 años presentarse como un enemigo del orden establecido. Pero agregan que seguirán haciéndolo, argumentando en avisos de televisión que la experiencia, sobria conducta y amplio apoyo partidario de Rousseff la convierten en mejor candidata que Silva para enfrentar los complejos problemas de Brasil. Silva tiene fama de ser impredecible y de pelear incluso con sus propios aliados. "Van a escuchar «cambio, cambio, cambio», aún más que antes", auguró un miembro del PT que habló sobre la estrategia. "No podemos permitir que Marina o Aecio sean los dueños de ese mundo", añadió.
La campaña de Rousseff parecería intentar transformar el sentido de "cambio" en la mente de los votantes, para aludir al progreso que el PT logró en la reducción de la pobreza y la desigualdad durante la última década. "No permitan que el cambio se detenga. No dejen que Brasil deje de cambiar", afirma el ex presidente Lula da Silva, el mentor de Rousseff, en un aviso.
En otros avisos, una voz recita una letanía de estadísticas —36 millones de brasileños salieron de la pobreza, se crearon 12 millones de empleos— y después declara que Brasil es el país que "más cambió su perfil socioeconómico" en el mundo. Pero los avisos de campaña han mostrado también una humildad ausente en la retórica del PT durante los años de auge, un tono que según un asesor de Rousseff busca transmitir que "entendemos que están enojados".
Rousseff reconoció que la economía se ha desacelerado "un poco", lo que atribuyó a las crisis en Europa y en el resto del mundo. "No somos una isla", dice la presidenta.
Muchos economistas dicen que sus políticas de izquierda son también responsables por asustar a los inversores y reducir el crecimiento promedio a poco menos de un 2 por ciento durante su gobierno, la mitad del ritmo que tenía hace una década.
Problemas en el PSDB. Tras el ingreso de Silva a la competencia, Neves, el candidato del centrista Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), también está cambiando su discurso, luchando contra su reputación de sibarita al que le falta estatura para ser presidente. El primer aviso de Neves por televisión lo mostraba de traje y corbata, pronunciando un discurso en el que mencionó "cambio" al menos seis veces y con un lenguaje patriótico y elevado. El PSDB dijo que Neves se concentrará en buscar apoyo entre los más pobres, porque es probable que Silva atraiga a los votantes ricos y educados. Fuentes tanto de la campaña de Rousseff como de Neves dicen que esperarán a ver qué tipo de mensaje empleará Silva y si continúa subiendo en las encuestas, antes de decidir si "ser negativos" y atacarla. Diego Brandy, de la campaña de Silva, dijo que la candidata aún intenta decidir sus próximas medidas. Pero sin importar lo que pase, la campaña seguirá teniendo el enfoque amplio y no agresivo que tenía con el fallecido Eduardo Campos, dijo Brandy. "No vamos a responder a los ataques", aseguró.