Fue un golpe comando, con una logística aceitada e información precisa, repleto de detalles. Ocurrió el martes a las 3.45 en el club de pesca Bartolomé Mitre, ubicado sobre los muelles de calle Corrientes y la ribera del Paraná. "Eran seis individuos, cuatro de ellos vestidos de policías. Entraron por la vieja escalera y sorprendieron a los guardias, porque la gente a la 1 se había retirado", explicó ayer Jorge Rojas, presidente de la comisión que administra el club. Los maleantes uniformados fueron directamente hacia donde estaba el cajero, al que maniataron con precintos plásticos, y con una amoladora que había entre las herramientas de los empleados violentaron dos cajas fuertes. La denuncia realizada en la comisaría 3ª indicó que se llevaron unos 70 mil pesos.
Pero algunas personas que conocen los movimientos del club pusieron en duda esa cifra. "¿70 mil pesos? Ese dinero puede ser lo que se mueve un sábado y domingo normal. En las cajas estaba lo recaudado entre el jueves y el lunes a la noche, de feriado largo. Los ladrones se deben haber llevado entre 170 mil y 200 mil pesos. Y el robo fue al club, no al restaurante como se publicó. El restaurante hace cinco meses que está cerrado", indicó una fuente que conoce las entrañas del Mitre.
Cuestión de números. "Hacé esta cuenta que es sencilla. Cada visitante paga 30 pesos y los pescadores 50 pesos. El promedio en temporada son entre mil y 1.500 personas por día. Y este fin de semana hubo tres días de muy buen clima con el club funcionando a full", agregó el hombre. "Este es el cuarto robo en el último año y medio. Dos veces le robaron al tesorero cuando llevaba la recaudación al banco", relató el informante.
Una vez concretado el golpe, los maleantes quitaron el disco rígido de la computadora que recibe las grabaciones de las cámaras de video vigilancia que hay en distintos sectores del club y se lo llevaron. La denuncia quedó radicada en la comisaría 3ª y la Fiscalía de Flagrancia. Pero, como la descripción que realizaron las víctimas de los maleantes indicó que "estaban uniformados como policías, llevaban chalecos, una escopeta Itaka y handys", el sumario pasó a manos de la División Judiciales de la Unidad Regional II y la Policía de Investigaciones (PDI).
Conocían el lugar. El club Mitre es, de las peñas de pescadores ubicadas en la costa central, la más emblemática. Con unos 200 metros de frente se extiende entre la prolongación de calles Entre Ríos y Paraguay. Cuenta con servicios de cocina, instalaciones con mesas, parrillas y un muelle para la pesca deportiva. Tiene 400 socios y 13 empleados. Y tiene dos accesos sobre el Paseo de La Diversidad Sexual: un ascensor para tres personas y una empinada escalera sobre la barranca.
Pero los maleantes vestidos de policías llegaron por un acceso en desuso ubicado a unos 40 metros del ingreso, hacia calle Paraguay. La escalera, deshabilitada y cubierta por la maleza, está frente al ingreso de "La Isla de los Inventos" y desemboca detrás del quincho cubierto con parrillero para socios, hoy clausurado por peligro de derrumbes. "Es un ingreso conocido sólo por socios viejos, pero no es un lugar que se conozca", contó un vocero del club. Tras entrar, los ladrones caminaron unos 70 metros hasta la oficina y sorprendieron al cajero, de 62 años.
De acuerdo a los dichos de Jorge Rojas, el club estaba cerrado al público desde la 1 del martes. Es decir, a excepción de algunos pescadores, en las instalaciones no había visitantes. "Estaban los guardias y algunas personas pescando. Los ladrones les pegaron a los vigiladores; los trataron bastante mal y uno todavía está internado. Lo que nos llama la atención es que tenían datos muy certeros. Por ejemplo, fueron al lugar en donde los empleados guardan las herramientas y consiguieron la amoladora para romper la caja fuerte" donde estaba el dinero, indicó Rojas.
Otras fuentes indicaron que en el lugar había un solo guardia, empleado de Prefectura Naval. Al cajero lo maniataron con precintos plásticos. Entonces sacaron la amoladora y comenzaron la parte final de su faena: abrir las dos cajas fuertes en las que el cajero guarda los sobres con dinero. Los maleantes trabajaron con calma y una vez que completaron su botín desaparecieron en la oscuridad de la madrugada.