Recién galardonado con un premio "Florencio Sánchez" por su trabajo en "Lluvia constante", Rodrigo de la Serna desembarca en Rosario con la obra que protagoniza junto a Joaquín Furriel. "Intenso" definió el actor el trabajo en escena en una obra sobre dos amigos que se ven obligados a poner a prueba su escala de valores, el sentido del honor y la lealtad. La misma calificación dedicó al año pasado cuando encarnó a Lombardo en "El puntero" y a San Martín en "Revolución, el cruce de los Andes". Con dirección de Javier Daulte y después de una exitosa temporada con más de 250 funciones, la pieza del estadounidense Keith Huff se presenta hoy, a las 21 y a las 23, y mañana a las 20, en el teatro Fundación Astengo (Mitre 754).
—¿Qué te interesó del texto?
—Me parece que es una gran tragedia contemporánea a la que le pudimos encontrar el humor necesario para hacerla digerible. Tal vez a la manera de (Arthur) Miller hace una crítica salvaje a la sociedad de consumo norteamericana y a cómo esta sociedad ha mutado y se ha transformado en algo mucho más grave. Está concebida en Chicago, pero podría transcurrir en Buenos Aires, en Rosario, en cualquier ciudad grande occidental. Habla de la amistad fundamentalmente entre dos seres humanos, hasta dónde puede llegar una amistad. También de la relación entre el sometido y el verdugo y hasta dónde resiste una relación así, de la traición y de los abusos, todas cuestiones que me parecieron interesantes para abordar. Además me interesó trabajar con un director de la talla de Javier Daulte que a mi criterio es uno de los grandes directores que dio el país, un tipo de mucha trayectoria y de mucho trabajo en el off, pero siempre respetando lo que siente y piensa del teatro, que pudo llegar con una calidad artística muy elevada al teatro comercial.
—¿Cómo fue trabajar un personaje tan intenso inmediatamente después de dejar otro como el de "El puntero"?
—El año pasado fue muy bueno a nivel profesional, pero también agotador. Filmaba de 7.30 de la mañana hasta las 7.30 de la tarde, de ahí me iba al teatro a hacer la función. De verdad que fue una entrega física y emocional absoluta. He transpirado tanto actuando en el escenario con Joaquín, y la verdad que en un momento se me complicó. Estaba muy agotado, muy débil.
—¿A partir del año pasado se dio un quiebre en tu carrera?
—No creo que haya sido un año de quiebre porque en general tuve la suerte de que mi trabajo fuese reconocido. La verdad es que agradezco muchísimo a la gente y a los medios que siempre acompañaron mi laburo con buena onda y aceptación. Es algo que me llena de orgullo y que siempre voy a agradecer. Tal vez el año pasado lo que sucedió es que además de hacer esos dos personajes que tuvieron mucha relevancia, tanto Lombardo como Dany (en "Lluvia constante"), también filmé "Revolución, el cruce de los Andes", y sí, fue un año muy fuerte. No podría haber hecho más. Evidentemente algo sucedió el año pasado que se conjugaron estas cuestiones de mucho trabajo y de mucha aparición en los medios. Tal vez fue un año demasiado intenso.
—¿Cómo te afecta, la fama, esa aparición en los medios?
—Es más peligroso cuando uno es más pibe. Eso puede llegar a afectar un poco más porque uno no ha conformado su personalidad del todo, pero el reconocimiento grande empezó a partir de "Naranja y media". Yo tenía 21 años. Ahí empecé a trabajar en televisión con Guillermo Francella. Me acuerdo que estaba en Mar del Plata y no entendía cómo no podía ir tranquilo de la sombrilla al agua. Fue muy fuerte. Por suerte lo pude atravesar con dignidad y no terminó afectando demasiado mi personalidad. Pude desarrollarme como Dios manda, gracias a Dios. Es algo que uno tiene que manejar. Pero en general se acercan con mucho cariño y eso es algo que agradezco porque es necesario para el actor.
—¿Por qué "El puntero" se convirtió en un tanque con un tema duro?
—Ahí se combinaron varias cosas. Básicamente un gran elenco, muy potente, una realización artística muy buena, un gran director de televisión como (Daniel) Barone, la fotografía impecable, el diseño de arte. Tal vez fue el primero que empezó a mostrar un poquito la situación de la gente más marginal. Y lo veía un público muy amplio, de distinta condición social. Por ejemplo la gente de la villa lo seguía mucho, y los intelectuales y los universitarios también.
—Mencionabas el teatro comercial y el off. ¿Hay un confrontación entre los dos ámbitos?
—Depende de las exigencias que uno tenga en el momento particular que uno esté transitando. La palabra comercial suena a shopping. De movida para el mundo del arte empieza a tener una connotación cuasi negativa, pero no necesariamente tiene que influir en la calidad artística. Grandes artistas de historia de la humanidad han trabajado por encargo para mecenas, para reyes. Cualquier posibilidad de expresión me parece que es válida.
El "pariente" del Che
Rodrigo de la Serna interpretó a Alberto Granado en “Diarios de motocicleta”, de Walter Salles, que relata el viaje que Granado y Ernesto Guevara hicieron por Sudamérica en 1952. Rodrigo de la Serna está unido al héroe de la revolución cubana por el apellido materno, un vínculo que le produce “orgullo”. “Hay un parentesco medio de refilón, pero estoy orgulloso de decirlo. El otro día estuve en Mendoza con uno de los hermanos del Che y fue un placer porque encontrarme con él y que me diga «qué hacés pariente» fue un honor muy grande”.