Es muy frecuente escuchar que en las elecciones la gente se expresa según el contexto económico que atraviesa el país. Así encuentra "apoyando" a una gestión si la coyuntura es favorable y "castigando" con su voto si la situación es adversa. Pero, al parecer, esta afirmación, en el caso de Santa Fe y desde la crisis del 2001 al presente, no se comprueba.
En efecto, al analizar el voto en la provincia de Santa Fe de acuerdo al ciclo económico que la coyuntura presenta, éste no parece prestarle demasiada atención. Al considerar el período 2001-2011 los santafesinos debieron asistir 16 veces a las mesas electorales para definir 6 procesos electivos de diversos cargos municipales, provinciales y nacionales.
De ellos, dos instancias se dieron en medio de graves problemas económicos que se tradujeron en importantes contracciones del Producto Bruto Geográfico provincial: los años 2001 y 2009. Las restantes contiendas electorales fueron realizadas en el marco de claros ciclos expansivos.
Al respecto, la particularidad que presenta la economía santafesina frente a los ciclos económicos nacionales es que registra cambios "más suaves" de tendencia y la profundidad de los mismos es menor. Así, durante el año 2001, previo al fin de la convertibilidad, la economía provincial había caído el 3,6 por ciento y al año siguiente lo hizo al 4,1 por ciento, mientras que, a nivel nacional, los datos fueron peores, registrando un -4,4 por ciento para el 2001 y un -10,9 por ciento en plena crisis del 2002.
En contraposición el auge del 2004 y 2005 mostró un ciclo nacional expansivo, creciendo al 9 por ciento y 9,2 por ciento, respectivamente, en tanto que en la provincia el producto creció el 7,4 por ciento y 8,2 por ciento para igual período.
Entre las posibles causas que pueden explicar tal situación, encontramos las características socioeconómicas y productivas que presenta Santa Fe a diferencia de las que posee la nación. Por ejemplo, Santa Fe, anualmente, descansa en la generación de riqueza proveniente, básicamente, de actividades comerciales y de servicios alcanzando un 70 por ciento −aproximadamente− del total del Producto Bruto Geográfico, mientras que el restante 30 por ciento lo aporta la producción de bienes y construcciones de todo tipo. En cambio, el total país posee una estructura productiva levemente menos sesgada, con el 37 por ciento −aprox.− de la riqueza anual generada en la producción de bienes (primarios e industriales) y el restante 63 por ciento en la producción de todo tipo de bienes intangibles.
Tales aspectos productivos, a su vez, condicionan distintas formas de urbanidad, por cuanto las actividades comerciales o administrativas se concentran en los grandes aglomerados urbanos, en tanto que las agropecuarias, por ejemplo, en las zonas menos pobladas y el campo. De ahí, que la perfomance de las actividades productivas, y en consecuencia, la fase del ciclo económico que trazan, conllevan a traducir señales positivas en un u otro sentido según se tenga una expansión o recesión económica. Por ende, los factores económicos podrían condicionar el resultado de las elecciones en los centros urbanos y en las áreas rurales del territorio máxime si esto implica creación y destrucción de empleo.
A pesar de ello, entre los años 2001 y 2011 existieron 3 elecciones generales que renovaron el Ejecutivo y legislativos tanto municipales, provincial como nacional y 3 elecciones de medio término, que involucraron sólo cargos legislativos —nacionales y municipales−, y en el plano del Ejecutivo provincial, todas las elecciones se dieron en períodos de bonanza económica y registró, sin embargo, un cambio de signo político en el proceso electoral del año 2007.
Distinta suerte tuvieron las elecciones legislativas. De las 6 que sucedieron (3 coincidiendo con las elecciones de cargos ejecutivos y 3 con elecciones de medio término) las correspondientes a los períodos de contracción económica (2001 y 2009) fueron para las fuerzas políticas en torno al Partido Justicialista, las primeras, y para el Frente Cívico y Social, en torno al Partido Socialista, la segunda, en el plano de la legislatura nacional. En tanto que las celebradas en medio de ciclos expansivos —2003, 2005, 2007 y 2011−, a nivel de diputados nacionales y provinciales, el resultado fue favorable a las fuerzas del justicialismo en casi todas las contiendas, a excepción del 2007, mientras que para el cargo de senadores nacionales en los tres comicios de la década — 2001, 2003 y 2009− con contextos antagónicos: recesión en el 2001 y 2009 y expansión en el 2003, la fuerza política que triunfó en todos los casos ha sido el justicialismo.
Este análisis lleva a considerar, a priori, que en los primeros años del siglo XXI, el comportamiento del voto en el territorio provincial no guardó correlación con los ciclos económicos, en virtud que las elecciones observadas registraron resultados dispares tanto para los cargos ejecutivos como legislativos en el orden provincial como el nacional.
(*) Grupo de Estudios Políticos Estratégicos