Sufrió como siempre. Pero esta vez festejó como nunca. Después de 90 minutos terribles para jugadores e hinchas, San Lorenzo se quedó con su primera Copa Libertadores de América. Lo hizo tras vencer a Nacional de Paraguay 1-0, después de igualar 1-1 en Asunción. Ahora sí los Cuervos pueden decir que terminaron con el karma de ser el único "grande" de la Argentina que no había obtenido el certamen continental. Y lo lograron bajo la conducción del rosarino Edgardo Bauza.
Los azulgranas sintieron la presión en gran parte de la primera mitad. Y por eso el encuentro un poco se pareció al realizado siete días atrás en Asunción. Desde el inicio, la visita asfixió al fondo local que se mostró impreciso y con dudas. Como asustado.
Rápidamente, los visitantes se dieron cuenta y, cuando pocos lo esperaban, se lanzaron al ataque. Casi tienen su premio al minuto y medio cuando Orué reventó el palo izquierdo.
Romagnoli no podía hacerse dueño de la pelota en el medio, más poblado por Nacional, que ganaba en el sector y atacaba con pocos hombres pero comprometía a una defensa local que no estuvo sólida como otras noches. Un disparo de media distancia de Silvio Torales a los 17' hizo enmudecer al Nuevo Gasómetro, que resucitó cuando la pelota se fue apenas desviada.
Y a los 28' volvió el silencio cuando un empujón con el brazo izquierdo de Santiago Gentiletti a un delantero paraguayo dejó flotando la sensación de un penal. Ignacio Don era un mero espectador, hasta que a los 35', tras una serie de rebotes, la pelota le quedó a Cauteruccio y el punta uruguayo sacó un remate que en su camino encontró la mano de Ramón Coronel.
Un penal muy tonto que Ortigoza transformó en gol para darle un poco de tranquilidad al Santo. Sí, sólo un poco, porque ni siquiera en ventaja el Ciclón pudo hacerse dueño del juego en esa primera mitad de la que se despidió en ventaja injustamente.
El descanso les vino bien a los conducidos por Edgardo Bauza, que se tranquilizaron y nivelaron el trámite. Levantó mucho Juan Mercier, un poco Ortigoza y sobre todo el Pipi Romagnoli. Entonces, San Lorenzo niveló el medio y comenzó a tener más la pelota frente a un rival que intentó alcanzar el empate pero no con la actitud de un equipo que quiere ser campeón.
El guaraní buscó con centros y en algún momento generó temor en el área azulgrana. Como a los 37' cuando Fredy Bareiro capturó un rebote y estaba listo para fusilar a Torrico. Pero apareció en escena Gentiletti, quien desvió el disparo y lo envió al córner.
Sufrió San Lorenzo. Sufrió su gente hasta el final. Los fantasmas de viejas noches negras sobrevolaron el Bajo Flores, pero no se hicieron presentes. Aguantó y festejó como nunca. El sueño americano se le hizo realidad.