“¿Querés más plata? Dejame llamar a mi mujer. Ella sabe dónde hay”. Con la cabeza sangrante, Ricardo les pidió a los tres hombres armados que minutos antes se habían metido en su casa de barrio Belgrano tras tumbar la puerta de calle que le permitieran hablar con Patricia, que estaba cenando con unas amigas. “¿Dónde están los dólares?”, le preguntó con el altavoz puesto para que escucharan los delincuentes. “¿Para qué querés saber?”, respondió ella sorprendida. El comerciante de 43 años insistió y así pudo saber dónde guardaban unos ahorros.
Los delincuentes le arrebataron la caja donde había 12 mil dólares, pero no les resultó suficiente. Volvieron a golpear al dueño de casa, lo amenazaron con matar a sus hijos y siguieron revolviendo la vivienda. Una media hora después de haber irrumpido huyeron en dos vehículos con el dinero y artículos electrónicos. El hijo de 9 años de la víctima tomó un cuchillo y ayudó a desatar a su padre.
Estruendo. El violento atraco ocurrió cerca de las 22.30 del martes en una casa de Guatemala al 1100 B. Allí vive Ricardo con su esposa Patricia y sus dos hijos de 9 y 5 años. “Yo estaba en el living y los chicos estaban listos para ir a dormir cuando sonó una bomba de estruendo e inmediatamente me tumbaron la puerta con un riel”, contó el comerciante, dueño de una agencia de quiniela.
Apenas atinó a tirarles con una silla, pero nada pudo hacer ante la irrupción de tres hombres armados, uno de ellos encapuchado. Enseguida comenzaron a pedirle “la plata” y lo amedrentaron con un violento culatazo. Luego lo amenazaron con matar a sus hijos si no les entregaba el dinero que afirmaban saber que había en la casa.
Ricardo les entregó lo que iba encontrando pero los hampones le pedían más. Los niños estaban en la habitación, obedeciendo la orden de no moverse de allí. Con todos los placares revueltos, y mientras su cabeza no paraba de sangrar, el dueño de casa les propuso a los delincuentes preguntarle a su esposa dónde había puesto unos dólares.
“Cuando me llamó no entendía nada. Lo escuchaba medio alterado, pero él me decía que no pasaba nada, que quería acomodar la plata. Al final le expliqué dónde estaba y me dijo que siguiera pasándola bien”, narraba ayer a la tarde Patricia todavía desconcertada por la situación vivida.
Datos. Ricardo les entregó una caja con 12 mil dólares pero los delincuentes querían más. Entonces esgrimieron datos que le dieron a entender a la víctima que contaban con información acerca de sus movimientos y los de su familia. Por ejemplo, le exigieron la plata de la recaudación como si supieran a qué se dedicaba. También mencionaron a sus padres y se refirieron al quincho de la vivienda, que de noche no es visible desde el living.
Pero lo que no había en la casa del comerciante era un botín tan suculento como el que exigían los ladrones. Finalmente, luego de estar entre veinte minutos y media hora los hampones se fueron en dos vehículos que, según comentaron después algunos vecinos, eran una Trafic blanca “bastante nueva” y con vidrios polarizados, y un Renault Scenic.
Según recordaban ayer las víctimas, además de los dólares y algo de pesos los ladrones se alzaron con artículos electrónicos chicos una consola de play station, una tablet, un teléfono celular, un reloj y una cámara de fotos.
Ayer Ricardo tenía una curación de varios puntos en el cuero cabelludo como consecuencia de los golpes y culatazos recibidos. La puerta de la casa, que los delincuentes habían sacado del marco, estaba otra vez en su lugar mientras la familia se iba recuperando de la angustiante situación vivida.
“Siempre estoy preocupada ante la posibilidad de que se metan en casa, porque ya me asaltaron más de una vez acá en las calles del barrio. Pero jamás creí que algo así podía pasar”, comentaba Patricia, que no podía creer cómo había quedado la casa luego de la incursión de los ladrones, al tiempo que se lamentaba que unas cámaras de videovigilancia instaladas en el frente de la vivienda no hayan podido captar nada porque no funcionan desde la última tormenta.