Estos tiempos, ciertamente, no son buenos para el peronismo santafesino que vive
su desdicha. No lo son por muchos motivos, especialmente por esa división que padece. Un ejemplo lo
conforma lo ocurrido en la Cámara de Diputados hace pocas horas. Por unanimidad fue reelegido
presidente de ese cuerpo, como correspondía, un socialista, en este caso Eduardo Di Pollina. Un
hombre inteligente, conciliador y de respetable cintura política, que a la hora de ser votado contó
con la fundamentación favorable no sólo del Frente Progresista, sino de los propios peronistas. Al
mismo tiempo, y como es tradición, todas las fuerzas ofrecieron la vicepresidencia primera a la
primera minoría, en este caso al peronismo. Pero lamentablemente esta estructura política no tuvo a
nadie para ofrecer y no porque no hubiera legisladores aptos para la función (porque aun cuando
pudiera haber algunos que son un lastre para el propio peronismo y para la sociedad, también están
aquellos inteligentes, trabajadores, con oficio y sensatos) sino por la ausencia de unidad. El
peronismo no pudo poner al vicepresidente primero por culpa de algunos peronistas que no se
pusieron de acuerdo entre ellos mismos. Es decir, y para decirlo con todas las letras, el peronismo
está sumergido en una interna espantosa que lo sofoca en el presente hasta el fracaso (como queda
evidenciado con lo ocurrido en diputados) y que compromete su futuro.
El Frente Progresista ofreció dejar vacante la vicepresidencia por 14 días
"hasta tanto ustedes logren consenso", se les dijo. Pero la respuesta fue: "En 14 días estaremos
igual que ahora". Conclusión: que la vicepresidencia primera fue para un radical y la segunda para
un demócrata progresista.
La verdad sea dicha, esta realidad no sólo sucede en el peronismo provincial
sino también en el nacional, sólo que en el orden nacional las posibilidades de trauma son menores,
porque mayor es el arco de dirigentes que son alternativa.
La oferta peronista. ¿Pero cuál es la oferta del peronismo en Santa Fe para hoy
y los próximos años? Sólo dos y apenas una por el momento con probabilidades de ganar: Reutemann y
Rossi. Y, para ser sinceros, si a Carlos Reutemann se le ocurriera mañana renunciar a su carrera
política, la suerte del peronismo santafesino quedaría sellada. Y esto ha sucedido porque alguna
dirigencia ha sido mezquina y de poca grandeza. No se han fomentado nuevos cuadros, ni se han dado
oportunidades. En el peronismo de hoy no hay proyectos políticos, sino propósitos personales (salvo
excepciones que no se las menciona para no ingresar en la interna de esa fuerza). En buena parte
del peronismo presente siguen las mismas caras y los mismos deseos individuales y cuando alguien
nuevo aparece es un tapado, muchas veces una suerte de invento nulo para la función, pero funcional
al referente por su falta de talento y fuerza para crecer. Y si irrumpe en la escena algún
talentoso, debe tener la "virtud política" de la obsecuencia debida, guardar sus ideas y
convicciones y aplicar las del jefe que no siempre son favorables a la sociedad ni al propio
partido. Puede haber excepciones, pero infrecuentes.
Candidatos. ¿De dónde, por ejemplo, saldrán los candidatos a diputados
nacionales del peronismo hoy? Note el lector que no se interroga ya si del voto de los afiliados o
de las internas (desechadas), sino que se pregunta: ¿Saldrán del acuerdo de diversos grupos y la
participación de la militancia? Parece que no, que serán los jefes de cada sector, nomás, los que
tendrán la palabra final. Y a mayor posibilidades de triunfo, mayor hegemonía del regente.
Hoy, en el peronismo no hay trabajo de base, tanto así que la recordada unidad
básica organizada en cada barrio o seccional es un recuerdo. Y lo es porque una célula social de
tal naturaleza atenta contra el interés de los proyectos personales. Son estos proyectos los que
fomentan los locales eventuales de campaña, que nada tienen que ver con la presencia de raigambre
social que tenían las llamadas básicas. Desde bastante tiempo, en todas partes y en Santa Fe
también, se le llama justicialismo a planes individuales que de justicialismo tiene poco y nada.
Por eso, si algo de justicia ha tenido el reciente Congreso peronista realizado en Santa Fe, la
tuvo por la decisión de no llevar los signos partidarios en estas elecciones. Algunos se han
sincerado al fin.
Por otra parte, es muy cierto que el peronismo siempre, por ser movimiento,
albergó a idelogías de diverso signo, lo que parece nuevo es esta metamorfosis que se da en la
propia naturaleza de ciertos sectores. Están aquellos que siendo de centroizquierda se alinearon
con la centroderecha de los 90. Sin embargo, la cosa se ha aclarado, pues los que para la sociedad
parecían de centroderecha han anunciado que son de centroizquierda. Coherentes con ello, rechazan
acuerdos con los de centroderecha de otras fuerzas. ¿Cuánto barullo no?
Algunos dirigentes del PRO dejaron en evidencia, esta vez, su confusión
existencial. Así es, creen que la centroizquierda es centroderecha. A menos, claro, que supongan en
un viraje solidario conmovedor que tan antagónicas fuerzas puedan compartir espacios comunes. ¡Qué
ilusos! Pudo haber sucedido, también, que Marcelo Muniagurria, una buena persona, pero como
dirigente político tal vez un poco inocente, no haya tenido en cuenta que las comunicaciones
telefónicas en Argentina a veces son ininteligibles. Bromas e ironías aparte, el hombre del PRO
seguramente no sopesó que si había un "dale para adelante" podría haber también una marcha atrás
(porque todo vehículo político argentino por lo general tiene cinco reversas y una marcha adelante,
al revés de los autopropulsados). Claro, un acuerdo con el Pro en Santa Fe significaba poner a
Reutemann en la línea de la alianza de Macri, Solá, etcétera. ¿Quién habrá sugerido poner esa
marcha atrás si en realidad hubo un "dale para adelante"? La pregunta del millón.
Para terminar, un interrogante: ¿Qué es eso de peronismo disidente y peronismo
oficialista? La respuesta la dio ayer un peronista bonaerense muy conocedor de la mecánica
peronista al autor de esta reflexión: "Mire, algunas disidencias hay que mirarlas con lupa". ¿Es
qué es posible que las disidencias sean pasibles, también, de metamorfosis como algunos
pensamientos? En la alquimia peronista de estos días es probable que hasta el modelo K se haga
disidente o hasta renunciante. Por eso ciertas banderas atribuíbles al peronismo hoy las levantan
otras fuerzas políticas, mientras algunos "peronistas" van ejecutando al justicialismo.