Enzo Martínez tenía 15 años, edad en la que los chicos suelen ir a la escuela, se enamoran, viven. Pero la vida no fue generosa con él: la madrugada del 16 de febrero un escopetazo le perforó el abdomen. El adolescente agonizó una semana y la mañana del viernes murió en el Heca. Sucedió en la zona de Pasco y cortada Casela (Pellegrini al 4400) y, según algunos vecinos, el crimen fue el desenlace de una balacera entre bandas antagónicas, más allá de que el parte policial cuenta otra cosa.
"Fue una pelea entre bandas de pibes que hace un tiempo se vienen peleando por ocupar un espacio en la esquina (de Pasco y Servando Bayo) y se tiran con otros que paran en Lima y Servando Bayo y que cometen delitos menores, pavadas. El tema es la droga: vemos chicos de 10 años fumando porros y tomando cervezas, eso antes acá no pasaba", dijo preocupada Griselda, tía de Carlos A., un joven a quien "en el barrio apuntan como culpable aunque nadie lo vio".
Carlos tiene 20 años, trabaja en una distribuidora de galletitas y hasta la semana anterior vivía con su tía Griselda, conocida como La Gringa. "Hace años en estas cuadras había unas pocas casas y nos conocíamos todos. Enzo era un buen chico y perdió en la balacera. Mi sobrino no fue el que disparó, pero si él hubiera sido quedaría impune, porque en todos estos días la policía ni vino a buscarlo. Tienen esta zona liberada, no se calientan por lo que pasa acá", afirmó Griselda.
"El día que Enzo fue herido —añadió— hubo corridas y tiros entre dos grupos de chicos. Todo fue en Pasco entre Lima y Servando Bayo, donde hay un par de pasillos y los pibes defienden cada uno el suyo". En esas circunstancias un escopetazo alcanzó en el tórax a Enzo, que fue trasladado al Hospital de Emergencias, donde una semana después falleció.
Ausencias. Griselda reclama algo poco usual: "¿Por qué no vinieron a buscar a mi sobrino?", se pregunta. Y se responde: "Porque dejan la zona liberada, porque mientras se maten los negritos no pasa nada. Ya hicimos las denuncias en la seccional 13ª, hablamos con el padre Joaquín, que es el cura del barrio, y después nos atendió un hombre de Seguridad Comunitaria de la provincia, pero nadie hace nada. El Estado está totalmente ausente aquí y los chicos se van a seguir matando. De la comisaría vinieron después del ataque, hicieron algunas pericias y se fueron. No demoraron a nadie, no preguntaron nada. Para ellos ya está. Es un chico menos", reflexionó la mujer.
Tiros y saqueos. El crimen trajo consecuencias impensadas. "Unos pibes se colgaron de la muerte de Enzo y saquearon la casa del hermano de mi sobrino Carlos. Pero no son familiares de Enzo, son ratas que le vaciaron la casa. Cuando llamamos a la policía para evitar el saqueo vinieron, miraron, nos dijeron que no podían hacer nada y se fueron", contó Griselda.
La mujer, madre de tres chicos, comprende en parte la situación. "Es por la maldita droga. A todos se nos puede ir un hijo de la mano y caer en eso de drogarse. La comisaría no hace nada y dejan que nos arreglemos entre nosotros, pero es una locura. Y si vas a denunciar a los pibes, éstos después se enteran, no sé cómo, pero saben de todas las denuncias" contó.
Como ejemplo, mostró una pared de su casa perforada. Dijo que el sábado una moto paró frente a la puerta de su vivienda y alguien disparó "balas enormes, que hacían que saliera humo de los agujeros". Fue un rato después de una denuncia suya en la seccional, afirmó.
"Acá hay dos familias destrozadas: la del chiquito muerto y la mía. Y todos los familiares queremos que la policía actúe", manifestó. La investigación está en manos de los pesquisas de la comisaría 13ª y de la sección Homicidios.