Aquella mínima ilusión que quedó encendida tras el empate ante San Lorenzo hoy es más pequeña aún. La partida del Nuevo Gasómetro fue con un dejo de esperanza, pero con una bronca fácilmente identificable en el rostro de los futbolistas antes de subir al micro. Fue algo así como una especie de premonición de lo que iba a pasar ayer en la Bombonera. Y que fue lo que finalmente sucedió. El triunfo del equipo del Vasco Arruabarrena le metió un toque de crueldad a las ambiciones canallas. Desde ayer a la noche el panorama ya se plasmó con nuevas coordenadas. Ahora hay que recalcular. Un ejercicio que no resulta demasiado complejo desde donde hay que poner el foco de atención. El título quedó prácticamente inalcanzable, pero todavía hay objetivos importantes por delante. La Copa Argentina y la clasificación a la Libertadores.
Desde estas páginas se dijo que Central se jugaba prácticamente todo en 90 minutos. No lo fue todo, pero sí gran parte. No haber sabido o no haber podido pisar más fuerte que San Lorenzo (nada menos que el escolta) trajo consecuencias. No secuelas. Aunque eso se verá en los próximos compromisos.
La consecuencia lógica es la confirmación de haber quedado ya demasiado lejos en la pelea. Es que hoy, a ocho puntos de distancia sobre nueve en juego, la cosa suena inviable, más allá de algunas consideraciones en positivo en el mismísimo Nuevo Gasómetro por parte de los protagonistas. “Mientras las matemáticas nos digan que podemos, nosotros vamos a pelear”, destacó Eduardo Coudet, quien no dejó pasar la oportunidad para hablar del “orgullo” que sintió por la forma en la que su equipo intentó dar ese salto cualitativo que necesitaba, no sólo para seguir a tiro de Boca, sino para superar la línea del Ciclón en esto de depender de sí mismo para lograr el pasaporte directo a la Libertadores del próximo año.
Justamente ese es uno de los objetivos, importante por cierto, que tiene el Canalla por delante. Es una mella importante en las aspiraciones seguir dependiendo de terceros para lograrlo, pero hay tres partidos por delante, con una diferencia que sigue siendo exigua con el Ciclón. La postura actitudinal y futbolística del equipo hoy más que nunca sirve para creer que para esa lucha todavía se mantiene dentro del cuadrilátero.
Si hay algo que caracterizó a este Central en las 27 fechas disputadas es el convencimiento. Desde ese aspecto es difícil que haya algún atisbo de resignación. Más bien todo lo contrario.
Ayer, antes del partido de Boca-Crucero del Norte, había voces en el mundo Central que mostraban bronca por lo sucedido el sábado, pero esperanza por lo que hay por delante. Es que además de esa chance de terminar segundo está la instancia de Copa Argentina, donde todo es a suerte y verdad. Y un partido puede ponerlo no sólo en el certamen continental (si Boca finalmente es campeón del torneo local y llega a la final del torneo que el año pasado Central perdió a manos de Huracán).
La mínima chance que entregan las matemáticas puede ser tomada como un reconocimiento a la muy buena campaña realizada, pero hay una realidad incontrastable, que habla de una nueva hoja de ruta para Central. Hoy es Copa Argentina y clasificación a la Copa Libertadores. Demasiado para un puñado de partidos a los que habrá que hacerle frente en poco tiempo.