Que a ningún chico le falte su escuela secundaria, el impacto de la asignación por hijo y la
formación docente fueron las cuestiones centrales sobre las que giraron las disertaciones, a cargo
de especialistas de todos los campos, presentadas en el congreso nacional "La educación en el
Bicentenario", realizado del 12 al 14 de abril en Paraná. Organizado por el Ministerio de Educación
nacional, y en acuerdo con las provincias, el encuentro sirvió para marcar la agenda de prioridades
educativas.
La elección de la Escuela Normal de Paraná para las actividades del congreso no fue azarosa.
Todo el tiempo se remarcó la necesidad de rescatar lo mejor de la tradición pública argentina,
aunque esta vez con una nueva mirada: sin borrar diferencias culturales y con especial cuidado en
la inclusión. El primero en introducir este desafío fue el ministro de Educación nacional, Alberto
Sileoni, en el discurso inaugural.
El acento de los debates estuvo sobre lo que llaman "el nuevo secundario". En pocas palabras,
una escuela ya no pensada para una elite de alumnos, sino para todos.
La ley ya corre a favor de esta idea, ya que en 2006 se legisló un secundario obligatorio.
Concretarlo es el desafío que deben asumir Nación y provincias, esto es con la revisión desde los
planes de estudio hasta la forma de organizarse institucionalmente, de manera de atender a las
distintas realidades: pibes de clase media, alumnas madres, jóvenes que trabajan y aquellos que aún
permanecen al margen de la escolaridad.
Condiciones de trabajo
Para eso se apeló en todo momento a un cambio sustancial en la formación docente, pero también
se reclamó que el Estado ofrezca mejores "condiciones de trabajo para enseñar y aprender", tal como
se la escuchó decir a la titular de la Ctera, Stella Maldonado. Además de pedir que "los docentes
tengan más participación en el diseño de las políticas educativas para que no terminen, como
siempre, siendo meros ejecutores de las mismas".
Graciela Lombardi, titular del Infod y la referente principal del congreso se encargó desde el
inicio de llamar la atención sobre las nuevas juventudes y la formación docente.
El impacto de la asignación universal por hijo (180 pesos que reciben las familias más
vulnerables por cada hijo y que las obliga a presentar certificado de escolaridad para cobrarlos)
atravesó cada charla. De hecho, junto a la distribución de tres millones de netbooks para los
secundarios, fueron las cuestiones principales tratadas en la reunión de Consejo Federal (integrada
por todos los ministros) el primer día del congreso.
Pero también fue el tema que metió la cuchara amarga en las discusiones y mostró parte de un
panorama preocupante en materia de formación docente. "Ahora hay que pagarles a los chicos para que
vengan a la escuela" o bien "se gastan la plata en comida y otras cosas", fueron los duros
comentarios que provinieron de los educadores en distintos paneles.
Las respuestas no tardaron en llegar. Algunas muy acaloradas, como la que dio la viceministra de
Educación nacional, María Inés Vollmer, que al borde del enojo dejó en claro que lo que estaba en
discusión era nada menos que los derechos de los chicos.
También el pedagogo y especialista en historia de la educación Pablo Pineau salió al cruce de
estos comentarios, en un tono contenido pero preciso: "Me da escozor que este pensamiento provenga
de un docente", dijo, y de inmediato definió a esta asignación como "un derecho universal".
Militar el conocimiento
La reconocida pedagoga Inés Dussel asoció los rígidos comentarios del público a una combinación
entre aquella vieja secundaria (en la que no había lugar para todos) y una (mal entendida) teoría
constructivista apoyada en que todo "debe venir del interés de los chicos".
Al margen de estas respuestas puntuales, la defensa de la asignación pasó por varios discursos.
"No podemos dejar de alegrarnos, es prioritaria", dijo el doctor en psicología por la Universidad
Nacional de Cuyo Roberto Follari, aunque admitió que esto genera más demanda social a las escuelas,
y para eso habló de la necesidad de introducir "otros actores" para esta tarea (como trabajadores o
asistentes sociales).
Hacia el final del congreso el sociólogo Emilio Tenti Fanfani fijó también posición: "Nuestra
tarea es política y debemos ser conscientes que el conocimiento es hoy un capital al que hay que
conquistar". Invitó entonces a los educadores a "ser militantes de la causa del conocimiento".