A la mañana sorprende como el piquetero Luis D’Elía y tira la frase “necesitamos amooor”, y un segundo después provoca un desparramo en el estudio de la radio cuando hace la voz del Padre Ignacio Peries, a quien llamará el Padre Nacho. El dueño de la criatura, o el responsable de lanzar voces que van desde Larguirucho hasta Lionel Messi es Aníbal Benítez, el imitador estrella de “Todos en La Ocho”. “A veces me piden que saque éste o aquél, pero no soy una vitrola que le ponés una moneda y sale el personaje”, dijo el humorista a Escenario.
Con doce años de radio, Benítez sabe que lo suyo fue al revés de la mayoría. “No me hice conocido porque fui a Tinelli, yo empecé en el under y ahora me llaman de todos lados”, dijo el imitador, que además de ser una de las figuras del envío que va de lunes a viernes, de 9 a 12, por La Ocho, ya fue convocado por Manuel Cansino para encabezar “Bienvenidos al show”. “Voy a actuar con Juan Junco, vamos a hacer temporada en septiembre en la sala de Apur”, cuenta entusiasmado, quien además protagoniza el espectáculo “Dos tipos de humor”, en compañía de Claudio Dídoli.
“En realidad soy primero imitador y después humorista, lo mío son las imitaciones y después hago humor para acompañar a las voces. Hago muchos personajes, es que hoy nacen personajes todos los días”, destacó Benítez, en referencia al recorrido de las noticias atravesadas por la vorágine mediática.
En estos días de exitismo celeste y blanco, el campeonato mundial de fútbol le copa la mayor cantidad de personalidades. Así, va con facilidad de la apatía de Messi a la verborragia de Salvador Bilardo o el tono de capo mafia que tiene Julio Grondona, todo vale en el universo Benítez.
“Hoy hice un alemán-argentino por lo que le pasó a Brasil (en relación a la catastrófica derrota de los dirigidos por Felipao Scolari), y también hice un brasilero, un chino, un paraguayo, un santiagueño o un malevo argentino, lo que salga”, indicó el imitador rosarino y en medio de su discurso no puede evitar hacer voces de famosos que son perfectamente identificables en la primera escucha, ya sea Miguel Russo o el Tolo Gallego, para equilibrar el duelo de canallas y leprosos.
Claro, para los que lo siguen en radio, hay un personaje que es el más relevante, de eso no hay dudas. “El caballito de batalla mío, el fuerte, el que no hace nadie, es el Padre Ignacio”, y arranca otra risa en medio de este diálogo porque la voz le sale casi calcada.
Como todo imitador, él tiene su propia técnica. “Normalmente me sale fácil, si no me sale bien no lo hago, el único que tuve que trabajar mucho fue Binner, me lo pidieron hace un tiempo atrás en LT3. Esa vez me dijeron «lo tenés que sacar a Hermes y a Lifschitz», y yo no soy una vitrola que le ponés una moneda y sale el personaje. Pero me puse a escucharlo y lo saqué”, recordó.
Según Benítez, para que su trabajo llegue a buen puerto tiene que observar a su imitado muy meticulosamente: “Necesito tenerlo enfrente, porque si estoy un rato observando cómo habla una persona y veo las inflecciones de su boca, la imito. Si hago a Chirolita, por ejemplo, muevo la cabeza; si lo hago a Hermes, en la radio se ríen porque muevo el cuerpo como él cuando habla, y eso acompaña. La gesticulación corporal acompaña a la voz también, y sale mejor cuando me muevo, aunque en la radio la gente no me vea, pero si no me muevo la voz no me sale igual, además también lo teatralizo”.
Una de las virtudes que tiene este imitador local es que no necesita disfrazarse para hacer creíbles a sus criaturas. “No personifico a mis personajes, puedo hacer al Padre Ignacio y al toque a Messi y se nota muy rápido la diferencia. Hago más de 60 voces en el show y a lo sumo me pongo un bombín cuando hago a Sabina, o una bufanda cuando imito a Cacho Castaña”, dijo Benítez, que también incorpora en sus espectáculos en vivo a Serrat, Vicentico, Fito Páez, Arjona, Raphael, El Puma Rodríguez, y hasta Nino Bravo o el mismísimo Pity Alvarez. “Depende el público que tengo voy haciendo mis personajes, también hago un homenaje a Juan Verdaguer, lo mío es como un stand up de imitaciones”. Y remató: “La gente se sorprende, algunos en los shows se tapan los ojos y miran para otro lado para escuchar sólo la voz, y cuando canto piensan que está grabado, porque sale igual”.