“Este es el inicio”, dijo Russo en TV apenas Pompei pitó el final. Y nada más cierto. Porque el pasado quedó atrás. Sí, ya quedó atrás. Y no hay porqué perder tiempo.
Central no dejó de ser un club de primera pero recién ahora jugará la temporada 2013/14 en la división mayor y hay que obrar en consecuencia.
Pensar ya en armar el plantel para, como objetivo de mínima, mantenerse. Y, ¿por qué no?, aspirar a objetivos más importantes: pelear un título, como el conseguido en circunstancias similares, el único logrado por un club recién ascendido. O volver a las copas internacionales y aspirar a revivir la épica Conmebol, la gema internacional que atesora orgulloso, la quinta corona que llegó tras la gloria de los campeonatos nacionales.
Pueden parecer desmedidos hoy sueños de grandeza. Pero Central la demostró cuando más valía: en la mala. Desde aquella fatídica temporada 2009/10, se multiplicaron los socios, al punto que no hay cabida para todos en el Gigante.
El club además puso bonos desde hace varias fechas para ayudar a solventar los gastos y todo el mundo aportó a la causa.
Y el domingo los canallas desbordaron Jujuy desde el día anterior, copando la escenografía y haciendo sonreír a los dueños de comercios de gastronomía y hotelería del lugar. A la noche, después del ascenso, hubo lugares de comida que debieron cortar la atención porque no les quedaba mercadería. Lo mismo almacenes y kioscos alrededor del estadio 23 de Agosto, donde ayer a la mañana podía palparse el paso canalla por el cotillón auriazul diseminado.
Ahora Russo, con la inteligencia que lo caracteriza, como hizo en toda esta temporada, seguramente no pondrá el carro delante del caballo. Irá paso a paso, porque sabe que esa es la forma de llegar a la cosecha gruesa.
Central ya se sacó el lastre que no lo dejaba asomar. Desde ahora, todo es posible.