Durísimo. Contundente. Una demostración clara de diferencias entre un equipo que
peleó toda la temporada por el título, y fue subcampeón, Berazategui, con otro que dio hasta la
última gota de su potencial para conseguir un objetivo muy distinto, salvarse del descenso y la
promoción, Argentino, lo que consiguió y no fue poco.
Cinco goles. Uno atrás del otro. Eso fue lo que soportó el equipo rosarino. Cada
vez que la pelota llegó al área salaíta fue gol o no entró de milagro.
Debía evitar que Berazategui golpeara primero y, sobre todo, que no fuera en los
primeros quince. Pero llegó el fatídico minuto 13. El principio del fin. Cuando Juan Pablo Pérez
llegó libre desde el medio a la boca del área para mandar la pelota a la red por primera vez.
Se necesitaba convertir dos goles para seguir en carrera. No era imposible.
Pareció que se podía en la jugada siguiente, cuando Basualdo ganó una corrida a la que le puso
freno el arquero local. Y, al toque, Berazategui pareció perdonarle la vida al salaíto. Increíble
lo que se perdieron Pastor al sacudir el palo, Fener al pifiar el rebote con el arco libre y
Gnocchi no quiso ser menos un minuto después.
"¿Si esas no entraron puede ser?", fue el pensamiento positivo de Camerún, el
hincha salaíto porteño. Sin embargo, la realidad fue muy distinta. El subcampeón de la C llegó
otras cuatro veces y metió 4 goles. Fener a los 22’, Pastor a los 24’, Oltolina a los
29’ y Fener repitió a los 38’. Todos con facilidad para elegir una definición distinta
adentro del área.
Una real naranja mecánica ante un desconcertado e irreconocible equipo albo, que
nunca logró ponerse de pie ante cada golpe. Es que había quedado mareado por la velocidad y
precisión de Berazategui. Tanto que no lo dejaba ver que la fórmula debía ser otra, por más que la
lógica decía que necesitaba hacer goles porque ni el empate le servía.
Con el 5 a 0 del primer tiempo estaba todo definido. No había lugar a dudas.
Imposible que Argentino convirtiera 6 goles en la segunda mitad. Ni que los naranjas regularan su
esfuerzo. Ni que apareciera el juego que se asemejara al que acostumbró el equipo de la dupla
Díaz-Vaquero (con las notorias ausencias de Chiquito González y Lalo García) y que llevó a que el
resultado se decorara con un 2-5 (62’: Rubortone desbordó y tiró un centro que Díaz lo mandó
al fondo de su arco, y 72’: Basualdo le pegó desde afuera para marcar un golazo) que
pareciera menos doloroso. Claro, sin dejar de ser contundente.
Igual, la participación de Argentino en el Reducido fue un premio al esfuerzo de
toda una temporada peleando contra los números del promedio, a los que le ganó a una fecha del
final. Lástima que la historia terminara así, con este golpe durísimo.
Todos unidos
El plantel salaíto estuvo a pleno, ya que pese a no poder jugar también viajaron
Chiquito González y Lalo García. Otro rosarino que dijo presente fue el Colorado Ramiro Fassi.