La hepatitis C es la principal causa de cirrosis y cáncer de hígado en Argentina. Se estima que entre el 1,5% y 2,5% de la población adulta está infectada con este virus, y que la mitad de ellos aún no lo sabe. Se trata de una enfermedad que por sus síntomas silenciosos se encuentra subdiagnosticada y al momento de presentar síntomas clínicos ya se encuentra en un estadio avanzado.
El jefe del servicio de VIH del Hospital Centenario, Sergio Lupo, habló con Más sobre el virus y los nuevos tratamientos que podrían tratar y curar la hepatitis C en las jornadas de virología que tuvieron lugar en la ciudad. También se refirió a los beneficios que podrían traer para los paciente VIH positivo que también padecen de este tipo de hepatitis.
En Argentina, aproximadamente un 10 por ciento de los pacientes que conviven con el VIH también suele estar infectado con hepatitis C. En la mayoría de ellos ambos virus ingresaron en la misma época por vía sanguínea o por relaciones sexuales no protegidas. En los años 80 y principio de los 90, relacionado a la adicción endovenosa y luego por vía sexual. Hubo además pacientes hemofílicos (en los 80) que adquirieron ambas enfermedades por tratarse con concentrados de plasma humano contaminado.
—¿El virus de la hepatitis C es más peligroso en personas con sida?
—Al igual que en el paciente que presenta solamente hepatitis C, la enfermedad puede producir desde alteraciones hepáticas mínimas, hasta cuadros graves con evolución a la cirrosis. Pero en la doble condición de infección por VIH y virus C la evolución es a cuadros más severos.
—Las nuevas drogas para el tratamiento de la hepatitis, ¿pueden utilizarse al igual que en los pacientes sin VIH?
—Se utilizan los mismos tratamientos, combinándolos de manera que no tengan interacciones con las drogas que ya tiene prescriptas el paciente para el VIH.
—Una de las prioridades para el tratamiento de la hepatitis C son los pacientes coinfectados con el VIH. ¿En qué consiste este tratamiento?
—A partir de 1996 se confirmó que para que el virus del VIH se inactive en el organismo y no progrese con complicaciones era necesario utilizar combinaciones de las drogas de por lo menos tres antirretrovirales. En el tratamiento de la hepatitis C se adoptó la misma estrategia, con drogas parecidas, pero con la diferencia que mientras que en el paciente con VIH es posible la supresión viral sin interrupción del tratamiento, en el paciente con hepatitis C es posible curarlo en apenas tres meses.
—¿Por qué se puede curar la hepatitis C y todavía no se consigue lo mismo con el VIH?
—Porque el VIH se integra al genoma de la célula del huésped (en este caso el ser humano) y puede permanecer suprimido pero no erradicado. En cambio el virus C se replica en el citoplasma de la célula humana (sin integración al genoma) siendo por esto más vulnerable al tratamiento antiviral y pasible de ser eliminado.
—Los pacientes con hepatitis C, ¿tendrán acceso al tratamiento en nuestro país?
—Hay algunas drogas aprobadas (simeprevir y daclatasvir) y otras en vía de aprobación (sofosbuvir, ledipasvir, paritaprevir, asunaprevir y dasabuvir) que se usan en forma combinadas. Las que faltan son imprescindibles para lograr una efectividad cercana al 100%. Pero hablar de acceso implica la posibilidad concreta de que lleguen a la población que las necesite independientemente del costo elevado de las mismas.
En 1996, cuando se demostró que el tratamiento antirretroviral era eficaz para detener la progresión del VIH y los pacientes no enfermaran ni murieran por sida se luchó para que no hubiera un sida para ricos —con acceso a los medicamentos— y otro para pobres. El Estado, las obras sociales y la medicina prepaga se hicieron cargo de los medicamentos antirretrovirales y hoy todos los pacientes acceden al mismo igualitariamente. Es de esperar que lo mismo ocurra con el tratamiento del virus C.
—En VIH se habla del tratamiento como prevención. ¿Es esto posible en el virus C?
—La carga viral no detectable para el VIH corta la cadena de trasmisión del virus. La curación virológica de la población afectada con el virus C culminaría en la erradicación de este virus. Para ello hacen falta testeo, diagnóstico temprano y tratamiento.
—Finalmente, ustedes tienen experiencia en campañas de testeo para el VIH. ¿Es posible hacerlas con el virus C?
—Si bien no hay disponibles test rápidos como en el VIH, que son los que usamos en las campañas de detección, con un simple análisis de sangre puede hacerse el diagnóstico del virus C. Los análisis son gratuitos y están disponibles en todos los hospitales de la ciudad.
La hepatitis C es una infección viral del hígado que puede causar problemas de salud a largo plazo, incluidos daño hepático, insuficiencia hepática y cáncer de hígado. Aunque no existe una vacuna para prevenir la enfermedad, hoy existen tratamientos que podrían curarla.
El tratamiento reduce significativamente el índice de progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida. Sin embargo, históricamente, la hepatitis C fue difícil de tratar, sobre todo en aquellos pacientes que no responden a los tratamientos o estándares de referencia actuales, o que no pueden tolerarlos.
El virus se transmite cuando una persona entra en contacto con la sangre o los fluidos corporales de otra persona infectada. Se contagia durante actividades tales como:
• Recibir transfusiones de sangre contaminada o donaciones de órganos.
• Sufrir pinchazos de agujas en un entorno de salud.
• Compartir agujas, jeringas u otros instrumentos para inyectar drogas.
• Compartir instrumental para realizar tatuajes.
• Compartir artículos de aseo personal contaminados, tales como máquinas de afeitar o cepillos de dientes.
• Trasmisión madre-hijo.
Cronicidad
El virus de la hepatitis C causa infección aguda y crónica. Por lo general, la infección aguda es asintomática y muy raramente se asocia a una enfermedad mortal. Aproximadamente un 15-45% de las personas infectadas elimina el virus espontáneamente en un plazo de seis meses, sin necesidad de tratamiento alguno.
El restante 55-85% desarrollará la infección crónica. De esas personas, el 15-30% correrá el riesgo de cirrosis hepática en un plazo de 20 años.
El virus se transmite por vía sanguínea. No a través de la leche materna, los alimentos o el agua, ni por contacto ocasional como abrazos, besos y comidas compartidas con una persona infectada.