“En este país, el urbanismo sin la presencia del Estado, es elitista”. La sentencia pertenece al arquitecto Eduardo Reese, arquitecto e integrante de Habitar Argentina, que estuvo en Rosario para presentar el “Consenso nacional para un hábitat digno”, iniciativa elaborada por organizaciones, instituciones académicas, movimientos sociales y legisladores, que apuntan a lograr en el país un marco normativo que garantice el derecho a la vivienda, la tierra y hábitat para todos.
La presentación se realizó días atrás en la sede de Gobierno de la UNR. El evento fue organizado por este colectivo junto a Techo y el Centro de Estudios Igualdad Argentina. Habitar Argentina está recorriendo el país para difundir el Consenso. “Se trata de un documento al que quizás le falte pureza académica, pero que tiene la riqueza de la participación. Es el resultado de haber discutido en diferentes ámbitos, entre estudiantes, docentes y organizaciones vinculados a la temática suelo y vivienda, con el objetivo de permear las políticas públicas sobre el tema”, señala Reese, especialista Planeamiento Urbano y docente en la Universidad de General Sarmiento.
Habitar Argentina surgió en 2009 y está compuesto por más de 70 organizaciones. En estos años el colectivo actuó en casos específicos brindando asesoramiento y elaborando varios proyectos de ley presentados al Congreso de la Nación. Uno es el de regularización dominial, otro el de ordenamiento territorial y finalmente, el de regulación de alquileres.
En la presentación de Habitar Argentina se habló sobre la dinámica del mercado inmobiliario, que dirige sus inversiones hacia donde hay “demanda solvente”. Así, valoriza el suelo de modo diferencial y, sin la participación del Estado, profundiza la segregación territorial.
“La solución para la pobreza y la informalidad en nuestros países no depende sólo de políticas macroeconómicas, sino de una justa distribución de la renta del suelo que se genera en una ciudad; es un proceso social,”, apuntó Reese. El problema de dejar al mercado funcionando libremente, dijo, es que “esa valorización se da de forma totalmente desigual y así la apropiación también es inarmónica”.
Repasó allí la historia de Puerto Madero: “El Estado allí se ha corrido o simplemente participa garantizando la seguridad; es increíble, pero por disposición de los dueños de Puerto Madero, allí no pueden ingresar los colectivos urbanos”.
El arquitecto de Habitar Argentina mencionó el contexto mundial de estas discusiones: “En la Alemania conservadora de Merkel, una urbanización debe dejar un 30% de lotes para vivienda social; en Nueva York acaban de regular los alquileres; París o Berlín, así como las conocemos hoy, no son el resultado de una urbanización solamente bajo reglas del libre mercado, sino con la regulación estatal”.
Casas o ciudades. En la presentación de Habitar Argentina se informó que dos tercios de la demanda habitacional argentina no está dirigida a la casa nueva, sino que apunta a hacer mejoras o ampliaciones. En este sentido, la política de vivienda no puede pensarse solamente en términos de inaugurar casas nuevas.
Reese mencionó: “Desde el Estado, construir viviendas llave en mano no es lo único que se puede hacer, aunque socialmente sea lo que está instalado. Mejorar el transporte público, las redes cloacales, llegar a más zonas con obras de gas y luz, son obras de integración social. En este sentido, construir ciudad es mejor que construir casas”.
Respecto del Procrear, dijo que “se trata de un programa extraordinario pero que encontró límites al aterrizar en el territorio”. Es que la especulación subió e precio de los lotes. De tal forma que “al esfuerzo fiscal del Estado, sobre todo en las grandes ciudades, lo carcomió el funcionamiento del mercado inmobiliario”.
En esta línea, consideró se puede decir que el papel de los municipios es central. “En Moreno hay un Instituto de Desarrollo Urbano que interviene en el mercado del suelo; en Trenque Lauquen hay una experiencia de loteo a cargo del municipio que le permite bajar el precio del suelo. En San Fernando, una empresa pública captura áreas de suelo y de este modo también participa del mercado”, enumera Reese a modo de ejemplo.
Otro de los ítems relevados es el precio del metro cuadrado en las grandes ciudades argentinas, comparado con lo que se paga en otros lugares del mundo. “Es obsceno lo que se cobra por el suelo acá con respecto a nuestros ingresos. Un metro cuadrado en Buenos Aires o Rosario cuesta lo mismo hoy que en Boston, pero los ingresos aquí son en promedio 10 veces menos”.
Finalmente, Reese apuntó: “El derecho de propiedad no es absoluto, así como no puedo hacer cualquier actividad en mi casa o departamento, como por ejemplo no puedo generar ruidos molestos, o no puedo contaminar, tampoco puedo especular, porque de ese modo estoy lesionando los derechos de otros”.