El ex presidente del Banco Central y dirigente del Frente Amplio Unen (FAU) Alfonso Prat Gay hizo explícito durante su estadía en la ciudad de Santa Fe su apoyo a la precandidatura a gobernador del radical Mario Barletta. "Soy fana de la gestión que hizo Mario en la Intendencia de Santa Fe. Es el mejor candidato a gobernador", aseguró, en alusión al ex rector de la Universidad del Litoral y actual diputado nacional, quien lo acompañó en su visita.
Prat Gay visitó durante su recorrida santafesina la corresponsalía de LaCapital y sin variar un ápice el tono sereno y coloquial a lo largo de la entrevista, soltó filosas criticas a la administración kirchnerista. "Se llevaron puesto el Banco Central", opina, con el mismo aplomo que dispara contra la presidenta de la Nación: "Siempre digo que Cristina tiene la patología de premiar al que se manda las cagadas".
—¿Qué expectativas deposita el FAU en la provincia?
—Santa Fe va a ser muy importante. Es crítica para nuestra primaria o para las aspiraciones de Mauricio Macri. En ese marco, mi visita tiene el apoyo explícito a la precandidatura de Mario Barletta a gobernador. Soy un fana de la gestión que hizo como intendente de Santa Fe y creo es el mejor candidato que tenemos en la provincia.
—¿Y cuáles son las expectativas del frente a nivel nacional?
—Yo soy un convencido que Unen debe mostrar lo mejor que tiene en cada distrito. Es un error de algunos buscar solamente las acciones que fortalezcan sus propias candidaturas. Unen va a ser una alternativa si sus dirigentes muestran generosidad.
—Una de las características de Unen es su heterogeneidad. ¿Logrará plantarse como alternativa de poder en 2015 como lo hizo el Frente Progresista en Santa Fe?
—Santa Fe es como nuestro laboratorio, un experimento que funcionó bien. Eso nos ratificó que también se puede lograr a nivel nacional mientras tengamos en claro que el frente es mas importante que los individuos. Y a eso fortalecerlo con equipos de trabajo pluripartidarios e interdisciplinarios que de hecho los tenemos y están trabajando. Lo que sucede es que no es lo que "más vende". Vende más si fulano se peleó con mengano o esta foto o aquella. El valor que puede ofrecer Unen comparado con otros espacios opositores es el valor del diálogo, la democracia interna y la experiencia de gestión que tenemos muchos de los que formamos parte de este espacio y que no hemos tenido ni un solo caso de corrupción. Y otra diferencia con otros espacios políticos es que nosotros no vamos a hablar de un candidato (a presidente) porque recién lo vamos a conocer en agosto, sino que tenemos que hablar de un programa de gobierno común a cualquiera de los candidatos. O sea que la gente elija nuestras ideas, valores y propuestas antes de seleccionar al candidato que crea que mejor pueda llevarlas adelante.
—Se ha instalado un debate respecto de si hay que mantener el rumbo trazado por el kirchnerismo o cambiarlo al punto de derogar leyes sancionadas por el Parlamento. ¿Usted cómo analiza lo que viene?
—Ni todo ni nada. Hay cosas inadmisibles que hay que derogar como el blanqueo de capitales. Otras leyes que le dieron muchísimo control al kirchnerismo hay que reformarlas como los superpoderes o la carta orgánica del Banco Central. Pero hay otras cuestiones que deben ser propositivas, no creo que el discurso tenga que agotarse en lo que está mal. A mí me cuesta encontrar cosas que estén bien pero ya discutir qué hizo Cristina es casi como hablar de la historia. Los argentinos se merecen que pongamos el norte en el futuro. Nuestra propuesta es muy concreta, cuando eso exija derogar algo, derogaremos, y cuando exija construir una nueva mayoría para algo diferente también lo haremos. El próximo gobierno será de coalición y lo más probable es que esto se defina en la segunda vuelta. Y como en el ballottage el voto no es igual al de la primera vuelta donde se renueva el Congreso, la gestión que venga va a tener que apelar al diálogo.
—¿Que herencia recibirá ese gobierno que usted imagina de coalición?
—Claramente hay más problemas de los que el gobierno admite. El problema de la deuda, pese a lo que se dice, no está resuelto. Lo mismo pasa en materia energética o en la cuestión social. Hoy es mayor la pobreza que cuando asumió Cristina Kirchner en 2007, llevamos siete años de deterioro de las variables sociales, el salario real bien medido también es mas bajo que en 2007. No puede ser que todo sea discurso y relato.
—Sin embargo en esa coyuntura que describe, parece haber quedado en el centro de la escena la pelea con los fondos buitre...
—Los fondos buitre no son un problema central. Son una sentencia de 1.600 millones de dólares que es el 0,3 por ciento del PBI.
—¿Se puede resolver sencillamente entonces?
—Lo primero que digo es: no caigamos en la trampa del gobierno de pensar que se nos va la vida con los fondos buitres. Si este gobierno, que tuvo récord de recaudación con un promedio de 100 mil millones de dólares más por año que cualquier otro, se ahoga en el vaso de agua de los buitres es una medida de su fracaso. Los problemas son la inflación, la inseguridad, el desempleo y la caída en la actividad económica. Los fondos buitre son una cortina de humo. El tema puede resolverse quitándoles el músculo, el poder de negociación, ir al juzgado hacer un buen arreglo y ya está.
—En el Banco Central hubo un recambio. ¿Ve allí alguna modificación de fondo o es un mero cambio de nombres?
—Yo no lo conozco a (Juan Carlos) Fábrega, pero juzgo a las personas por sus políticas y aunque muchos quisieron transformarlo en un estadista era un obediente que nunca le dijo no al gobierno. Le giró adelantos y utilidades que no existían o que violaban la carta orgánica y fue siempre funcional a lo que le pedía (Axel) Kicillof. Se ve que no alcanzaba con un obediente y ahora (al ministro de Economía) le traen un obsecuente como (Alejandro) Vanoli. Aunque en el fondo es la misma lógica con distintos nombres. Recuerdo que en el peor momento de consideración publica de Guillermo Moreno, yo decía que el problema era el que le daba las instrucciones. Y muchos desde la propia oposición me criticaban porque decían que era muy blando con él, pero Moreno cuánto hace que no está más y la lógica es la misma. Kicillof o Moreno son circunstanciales, el tema es Cristina.
—La cuestión sería más política que económica...
—Se retroalimentan porque los problemas económicos se inician con malas decisiones políticas. Esto tiene una raíz política y psicológica que es difícil de explicar que es el ascendiente que tiene Kicillof sobre Cristina. Yo lo he dicho varias veces: Cristina tiene la patología de premiar al que se manda las cagadas. Kicillof le dijo hace tres años que no se preocupara, que con el cepo ni caían las reservas ni había que devaluar y hoy la moneda vale tres veces menos que en 2011. Ni que hablar si nos remontamos en el tiempo, cuando nosotros nos fuimos del Banco Central con un billete de 100 pesos se compraban 50 kilos de pan ahora te vas con una bolsita de la panadería. Esa es la medida de cómo han saqueado el Banco Central. El kirchnerismo se llevó puesto el Banco Central.
—¿Así planteado, cuánto puede llevarle al próximo gobierno resolver estas cuestiones?
—Hay cuestiones que se resuelven a lo largo de todo un período y otras en la primera semana. Por ejemplo hay un candidato que dice que el cepo cambiario se resuelve en 100 días. Si se toma 100 días para resolver lo mas fácil no quiero pensar el tiempo que se va a tomar para resolver el narcotráfico, la educación o los problemas de infraestructura, va a haber que votarlo cinco períodos. El cepo se resuelve en 100 horas no en 100 días. Ahora, bajar la inflación del 40 por ciento hasta un dígito puede llevar dos o tres años. De hecho nosotros proponemos hacerlo en cuatro pero si hacemos las cosas bien podríamos hacerlo en dos porque cuando se hacen las cosas bien uno se sorprende por los propios resultados. Lo que quiero decir es que lo importante es la confianza. Aun con una mala herencia, aun después de la caída del precio de la soja y el petróleo están dadas las condiciones porque son muy altos y el país podría financiarse en el exterior a tasas muy bajas e invertir en infraestructura. Hoy, a Paraguay le cobran una tasa del 4 por ciento anual, mientras nosotros seguimos peleando con los buitres. Esta todo dado vuelta.