Las condiciones climáticas de este verano 2022 no son las mejores para la vida en la ciudad. La sequía producida por la falta de lluvias, y las altas temperaturas que a veces se extienden durante varias jornadas son por momentos extenuantes, pero no todas son malas noticias. Esas mismas circunstancias han generado un extraño verano en el que no hay mosquitos en Rosario.
Es que el condimento principal ambiental para los insectos es la temperatura, y el segundo más importante es la humedad. Al tratarse la corriente de una temporada estival muy seca, con una seguidilla de temperaturas altísimas que superan el umbral óptimo para el mosquito, se produce una gran mortandad y provocan que no pueda aumentar su población.
“El calor contribuye a que haya más mosquitos, pero si es excesivo les provoca la muerte. El agua moldea el ambiente de los insectos, y en el caso del mosquito, es vital en su vida juvenil, cuando es una larva. Al no haber agua, no tienen lugar para desarrollarse”, explicó Carlos Tasinato, director de Control de Vectores del municipio.
En la zona urbana hay dos grupos, el común o culex, que es el que se encuentra en espacios abiertos y a veces se meten en los domicilios, y que con temperaturas tan altas y falta de lluvias se conjuga para que haya una población muy controlada. Luego está el transmisor del dengue, el aedes aegypti, que tiene características intradomicilarias, y puede encontrar algún reservorio de agua para reproducirse, pero por el momento se ha detectado en muy baja cantidad.
Obviamente esas condiciones, tanto humedad como temperatura, cambian hacia el final del verano, y con la llegada de las lluvias otoñales y las temperaturas moderadas, eso posibilitará que haya un crecimiento de los mosquitos de exterior. El fenómeno de sequía es más común para enero, y se empieza a revertir en febrero y mucho más profundamente en marzo. De sostenerse esas condiciones ambientales, el verano podría cerrarse sin mosquitos.
Tasinato apunta que en el año, hay dos picos poblacionales, que pueden desplazarse. Uno es a la salida del invierno, cuando suben las temperaturas y se producen las precipitaciones de primavera, y el otro es a la salida del verano con temperaturas más moderadas y mayor humedad con las lluvias otoñales.
Pero el último otoño ha sido templado, con mayor temperatura, y se retrasó la llegada la primavera, lo que corrió el segundo pico del año. Por eso, la última vez que hubo fuerte presencia de mosquitos fue de la especie charquera (que pone el huevo en zonas de anegamientos, húmedas o de barro, y no necesita que haya agua) entre finales del verano pasado y comienzos del otoño, con poblaciones enormes que duraron varias semanas. En cambio, el de principios de primavera no se sintió, porque las lluvias son escasas desde hace tiempo, como lo demuestra la histórica bajante del rio Paraná.
Aceleración
Por otra parte, la temperatura también acelera los procesos de la vida de los insectos. El ciclo del mosquito en el agua, en invierno puede tomar 15 días de huevo a adulto, pero en verano se puede acelerar a 8 o 10 días. Por eso toma un tiempo desde que llueve para que aparezcan, ya que el agua se tiene que acantonar en algún lugar, tiene que venir el mosquito y poner huevos, y la larva crecer para que emerja el adulto. El efecto de la lluvia, si es abundante y precisa, lleva días para generar focos en los depósitos de agua, sobre todo en las zonas más inundables, cercanas al río o parques.
“El mosquito tiene alto potencial biótico, si ves uno en vuelo tenés un 90 por ciento más de mosquitos que están en estado larvario. Aunque haya poca cantidad de mosquitos adultos, pueden recomponer rápidamente la población de larvas. Por eso es importante deshacerse de objetos artificiales que pueden almacenar agua. Eso se ve al final del verano, cuando quedan las piletas sin usar. Al no circular, no tener cloro y desarrollar tenor de materia orgánica, se convierte en un criadero perfecto de mosquitos”, explicó.
En tanto, dio una serie de recaudos al aproximarse a espacios verdes: “Hay que evitar la hora pico que es cuando baja el sol, ya que el mosquito escapa a la insolación directa y solo pulula cuando están las condiciones adecuadas, si no se refugia en la sombra”, detalló. Usar repelente y ropa clara disuade la presencia si se quiere ir a pasear por la costanera a la tarde. La sudoración, el ácido láctico y el dióxido de carbono, también los atrae y los guía para encontrar víctimas.
Por último, resaltó que hay algunos otros insectos que pueden aumentar su número si hay poca humedad y sequía. ”Al no haber desarrollo de bacterias y hongos, puede hacer que haya más cantidad de insectos de suelo, como hormigas. Hay muchas domiciliarias en esta época, que al no encontrar agua afuera buscan dentro de las casas, sobre todo la hormiga colorada que se mete en las cocinas en busca de condiciones favorables”, dijo Tasinato.
Y remarcó que el exceso de calor hace que tengan más actividad los arácnidos como alacranes, lo que aumenta la posibilidad de encuentro, especialmente de noche que es cuando más se movilizan. “El humano tiene una temperatura independiente del medio ambiente, de 37 grados todo el año. Pero en los insectos va de la mano con la temperatura ambiental, se mueven poco si es baja y si es alta les acelera el metabolismo”, cerró.