Desde 2010 se implementa en Rosario el Programa de Alfabetización cubano "Yo, sí puedo", la estrategia más exitosa —reconocida por la Unesco— que alfabetiza y les devuelve la autoestima a muchas personas mayores que hasta entonces no podían ni siquiera firmar. Todo en muy poco tiempo: en unos tres meses. Y deja la puerta abierta para que ese adulto luego pueda continuar en la escuela. Pero, ¿por qué se desarrolla en Rosario y no en toda la provincia? "En Santa Fe se aplicó desde 2005 y hasta diciembre de 2007, cuando asumió Hermes Binner como gobernador, que junto a su ministra de Educación (Elida) Rasino, echó a los cubanos que asesoraban y dejó sin efecto el programa", dice Norberto Galiotti, uno de los coordinadores del Movimiento de Solidaridad con Cuba y presidente de la ONG Centro de Estudios, de Formación y Difusión del pensamiento para la Integración Latinoamericana y Caribeña (Cilca), pero sobre todo uno de los que mejor conoce la llegada del "Yo, sí puedo" a la Argentina.
Galiotti —también es miembro de la dirección provincial y nacional del Partido Comunista e integrante de la Multisectorial de Solidaridad con Cuba — repasa puntillosamente el arribo del "Yo, sí puedo" al país. Recorre anécdotas, encuentros y desencuentros, circunstancias y trabajos solidarios que permitieron que todo coincida para este método llegue a la Argentina.
Experiencia piloto. A fines de los 90, cuando los golpes del neoliberalismo se expresaban con fuerza, la percepción de que el número de analfabetos había crecido no era errónea. En ese contexto, Galiotti recuerda que a la primera que entusiasmó Fidel para que el programa llegara al país, es a Claudia Chamba, la actual presidenta de la Fundación Un Mundo Mejor es Posible (Ummep), y a través de la cual se sigue con este plan en la Argentina (y en Rosario). "Trabajamos juntos con el Movimiento y la Multisectorial de Solidaridad con Cuba y en febrero de 2003 comienza una experiencia piloto en el país", continúa Galiotti.
Explica que uno de los primeros desafíos a superar fue acomodar los materiales y recursos a la realidad nacional, ya que estaban diseñados con modismos y vocablos más bien caribeños. Los primeros ya aggionardos se usaron en Tilcara (Jujuy). Entre otros países, el programa se implementó con éxito en Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Las herramientas para enseñar son una serie clases grabadas, cartillas para los participantes y facilitadores (coordinan las tareas). Se trabaja en pequeños grupos en hogares, vecinales, iglesias, donde se pueda. El método fue desarrollado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (Iplac).
En esa primera etapa, el programa llegó a comunidades mapuches del sur del país y al Conurbano Bonaerense. Un dato que destaca Galiotti es que siempre fue de la mano de los referentes de estas comunidades de pueblos originarios y de organizaciones barriales (entre ellas cita al MTL, el Mijd de Raúl Castells y Barrios de Pie, entre otros que se sumaron en los inicios). También en esas primeras experiencias se incluye a Rosario, Santa Fe, Corrientes y Chaco.
En esos inicios (2003) trabajaron en distintos barrios de Rosario, sobre todo con la comunidad Toba. También de Santa Fe, Nelson y Recreo. "En esta última zona, quisimos implementarlo en la comunidad Mocoví, pero no pudimos porque el referente de ese entonces, un profesor bilingüe, nos preguntó cuánta plata había. Cuando le dijimos que esto era voluntario, que nadie cobraba, se negó", relata Galiotti, como parte de las "sorpresas" que tuvieron en este recorrido.
Galiotti recuerda también que en Villa Gobernador Gálvez, el ex intendente Murabito aceptó aplicarlo en su ciudad, pero dejó de financiarlo. "No pagó durante 18 meses los gastos de mantenimiento, algo ínfimo para los materiales y viáticos del programa", cuenta y agrega que también hubo organizaciones "como la de Castells que no devolvieron los televisores que se usaban para las clases". Igual afirma que prefiere quedarse con las imágenes de solidaridad, como la de Madres de Plaza de Mayo que les donaron 50 televisores cuando arrancaron con los trabajos pilotos.
El programa se expande y comienzan a mostrarse los buenos resultados. En 2004 tienen un encuentro con el entonces gobernador Jorge Obeid de Santa Fe y la ministra de Educación, Carola Nin. El "Yo, sí puedo" recibe el apoyo provincial y se implementa en localidades del norte santafesino. "Se alfabetizaron unas 3.500 personas", subraya Galiotti. La experiencia santafesina está muy bien relatada en el libro "Perón-Fidel. Línea directa", de José Bodes y Coco López.
Cierre en la provincia. Este trabajo dura hasta que en diciembre de 2007 asume Hermes Binner la gobernación de la provincia. "Cuando llega Binner había dos asesores cubanos a quienes, como parte del convenio con la provincia, se les alquilaba un departamento para vivir. Binner ni siquiera dice «No vamos a seguir con el Yo, Sí Puedo», sino que informa que a partir de ese mes no se les pagaba más el alquiler. Nosotros lo sostuvimos por seis meses más porque había un compromiso de alfabetización iniciado que no se podía abandonar", expresa Galiotti.
"Binner —amplía— y su ministra Rasino, no sólo nunca nos recibieron para explicarles cómo funcionaba este programa sino que echaron a los cubanos sin ninguna explicación. Esto explica por qué Binner dice que votaría por Capriles en Venezuela. Porque Capriles ha dicho que si asumiera como presidente lo primero que haría sería echar a todos los cubanos. Bueno, Binner ya lo hizo en Santa Fe".
Y agrega que Rasino nunca les dio la oportunidad de explicarles que "este programa excede a los gobiernos de turno", y "presionó a los compañeros de su partido para que no pudiera aplicarse en Rosario".
Más allá de esas presiones, el "Yo, sí puedo" llegó a Rosario. Primero con experiencias sostenidas "más que a pulmón" pero que sirvieron "para demostrar al municipio y concejales la oportunidad que brindaba a los excluidos".
Ordenanza. En diciembre de 2009, un grupo de 80 graduados rosarinos de este plan reciben sus certificados en el Concejo Municipal. Algunos compartieron sus testimonios ante los ediles sobre cómo les había cambiado la vida saber escribir su nombre y hasta redactar una breve carta. Esos resultados —y luego de otro año de logros en los barrios— en marzo de 2011 se logra una ordenanza municipal (Nº8.749) —aprobada por todos los bloques— para que el "Yo, sí puedo" se desarrolle formalmente en la ciudad.
Sin embargo, tal como describe Galiotti, la Municipalidad desconoció parte de ese acuerdo ya que se desplazó a la Multisectorial en la aplicación del programa, para convertirlo "en una política de gobierno". "Nosotros pensamos que debe ser una política de Estado, no de gobierno, y que deben participar las organizaciones sociales, barriales de todos los sectores y colores", advierte para luego poner en duda la cantidad de alfabetizados que anuncia ahora la Municipalidad. "Es una puesta en escena", considera el dirigente sobre el número que el municipio publicita como egresados de este programa.
Y manifiesta algo más: "Nos enteramos que para la próxima entrega de certificados del «Yo, sí puedo» en Rosario asistiría Binner. Esperamos que no asista, sería una verdadera ofensa".
Ahora desde la Multisectorial de Solidaridad con Cuba están en conversaciones con algunos concejales para poder conformar una comisión de seguimiento del programa en Rosario. "No se puede pensar todo desde la lógica de disputa entre oficialismo y oposición y no entender que la erradicación el analfabetismo está por encima de todo eso", concluye el dirigente Norberto Galiotti.