Por el avance de la inundación, prácticamente no quedan familias ni hacienda en islas adentro, en jurisdicción de Victoria. Ayer las barcazas trasladaban las últimas cabezas de ganado que resistían en la escasa tierra firme, mientras en las casillas más altas quedaban una o dos personas para vigilar y proteger las pertenencias de los isleños del acecho de ladrones que se aprovechan de esta desgracia. Casi todos son autoevacuados que, conocedores del periódico aunque cada vez más atípico fenómeno, tienen previsto dónde refugiarse, ya sea en casas propias o en las de familiares en las ciudades.
Tal es el caso de Paula Hereñú, una victoriense que vive con su marido y su hijo en el paraje Boca de las Piedras, cerca de la escuela isleña Nº 46 Patagonia Argentina, y que recién ayer logró que una barcaza que contrató en forma privada fuera a retirar su hacienda. "La tenía pedida desde el 2 de diciembre, pero no venía porque especulaba con la altura de la tierra y atendía lo más urgente. Nosotros debemos ser los últimos en irnos y llevarnos los animales", contó a La Capital, a minutos de poner a salvo la hacienda en corrales en tierra firme, en Victoria.
Aunque joven, Paula ya ha vivido otras inundaciones, pero nunca una como ésta: "Es impresionante lo rápido que llegó el agua: en tres días se metió adentro de la cocina. Todo los arreglos que le hicimos a la casa, los perdimos en un instante. Nos vinimos con la ropa y las mascotas, y allá quedó todo lo demás", se lamentó. De todas maneras "en las casillas más altas queda gente cuidando porque si no, te roban todo".
Asimismo, destacó que "no se puede creer la cantidad de víboras que hay, y también muchas rayas y palometas. Se nota que el agua que viene es mala, porque es negra y aparece mucho pescado muerto flotando", observó la mujer, que estima no volverá al hogar al menos por tres meses.
Asistencia. Mientras tanto, el área de Defensa Civil de la Municipalidad de Rosario tiene previsto mañana llevar insumos a los habitantes de la isla El Espinillo, que desde hace varios días ya están invadidos por el agua. En rigor, el operativo se iba a realizar ayer, pero por las inclemencias del tiempo se pospuso, ya que la tormenta impedía la navegación, informó el titular del área, Raúl Rainonne.
El funcionario añadió que el municipio tiene reservados lugares para posibles evacuaciones de los isleños, si es que éstos las requieren, aunque es sabido que los vecinos de El Espinillo tienen resistencia a dejar sus hogares. Esto no quita que se lleven alimentos no perecederos, leche y pañales, entre otros insumos, a lo que se sumará la participación de personal de Salud para evaluar el estado de la población y atender posibles demandas médicas.
Tal como lo publicó LaCapital en edición de ayer, el Paraná avanzó sobre la isla El Espinillo y dejó a los habitantes sin tierra firme. En el lugar viven unas 20 familias que se sustentan con la pesca y la cría de animales, que ya han sufrido más de una inundación. En el paraje sólo la escuela Nº 1.139 permanece sin anegarse, aunque ayer su director, Rubén Ferreyra, junto a personal de la institución, vecinos y colaboradores, comenzó a embalar y trasladar a su casa los muebles y artefactos más pesados, para resguardarlos del agua.
"La mudanza nos llevará un par de días más, pero tenemos todo cubierto", dijo el directivo, mientras regresaba en su embarcación desde la isla y observaba cómo, en el ingreso al Club Náutico Sportivo Avellaneda, retiraban a tiro con una lancha un gigantesco camalotal que conformaba prácticamente un islote de unos 10 metros de largo. Para Ferreyra, los anegamientos "van a durar por lo menos hasta marzo. No sé en qué condiciones arrancaremos las clases en cuanto al arribo de los alumnos. Tal vez deba ir a buscarlos yo y el portero, no sería la primera vez".
Victoria, en alerta. También en Victoria el municipio puso a disposición de los damnificados un refugio en el barrio costero Quinto Cuartel, cuya población más cercana a la orilla del río está en alerta por estas horas y rogando que resistan los terraplenes recientemente construidos por personal de Obras Públicas.
En cuanto a la prevención de salud, el hospital local tiene reservas suficientes de vacunas y medicamentos para hacer frente a las enfermedades y eventos típicos del fenómeno, como la leptospirosis, hanta virus y picaduras de serpientes.