Central siempre es una estación obligada en cada charla con el Patón. Cuando las
preguntas lo llevan ahí, su semblante cambia casi como por arte de magia. Es como si una guerra
entre pensamiento y sentimiento se desatara dentro suyo. Y sale de su estado pletórico para ponerse
serio. Muestra preocupación. Y bronca.
—Cuando a mediados de año te propusieron volver, Central estaba mal
futbolísticamente. Ahora está peor. ¿Cuál es tu análisis?
—Sí, es cierto que está peor, pero tiene una leve ventaja. El técnico
podrá elegir los refuerzos y trabajar en la pretemporada. Pero no hay espacio para errar y en estos
casos es mejor mantener la calma y bajar las expectativas.
—¿Bajar las expectativas?
—Sí, lo que quiero decir es que no se puede decir que Central va a salir
campeón el próximo torneo como alguien dijo por ahí. Ojalá sucediera, pero hay que ser realistas.
Primero hay que dejar de cometer errores y después iniciar un proceso de recuperación que llevará
un tiempo. Hay que reconstruir las inferiores. De Scarabino en adelante hicieron un desastre con
ellas. Antes salían cinco, seis, diez jugadores de jerarquía, como el Cata Díaz, Ezequiel González,
Lequi, Figueroa, Delgado y otros que hubieran tenido su recambio con esa política de formación.
Pero en los últimos años el único que surgió fue Di María. Algo se hizo mal después.
—Pascuttini dijo que los chicos deben sentir la casaca otra vez. ¿Es así?
—Lo primero que hay que tener en claro es que el adolescente de hoy es
diferente al de hace veinte años. Juegan a la play station y hacen otras cosas a nivel social que
hace muy difícil que se refugien en el amor a la camiseta. Lo que sí hay que transmitirles es que
si quieren ser jugadores de elite deberán aprender a sacrificarse y a cómo se juega al fútbol. Y se
necesita gente capaz en la formación.
—¿Bauza hoy está lejos de Central?
—En algún momento los caminos se cruzan, pero no ahora. Hay gente
trabajando y todos debemos apoyar para que las cosas salgan bien, por el bien de Central.