“Aprendí a amigarme con las canciones y saber mirar la cara de la gente cuando toco”, dice Miguel Mateos. Y se refiere a “Perdiendo el control”, “Un gato en la ciudad”, “Tirá para arriba”, entre tantas otras, canciones que con sólo citar su nombre genera que su melodía irrumpa sin pedir permiso. Y también las vivencias, los lugares, la ropa, los olores de los años 80, con aroma a pop y a nueva democracia.
Mateos lleva esa mochila y no le pesa en absoluto. La disfruta y hace disfrutar a los demás. Lo hizo en un Luna Park repleto, con el que festejó sus 30 años de carrera, y hoy, a las 21.30, toca en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza), a manera de presentación del CD y DVD “Primera fila”, en el que interpreta sus clásicos indestructibles y tres estrenos: “Borracho y sentimental”, “Rock libre” y “Cuando despierte mañana”, perlitas que integrarán la lista de temas de esta noche.
—¿Los clásicos no tienen fecha de vencimiento?
—Es una gran satisfacción que así sea, este proyecto sigue siendo increíble. Además de mi gira nacional, vengo de una gira promocional por Chile y México, y es increíble ver cómo conviven las canciones de esta suerte de antología de todas mis etapas. Fijate que arranca con Zas en el 81, toma especialmente esa etapa del 80 al 83, tan particular, con un discurso tan coyuntural respecto a la época de la dictadura y la democracia, y también toma la etapa solista. Y verlas todas juntas en el mismo escenario, casi sin solución de continuidad, es una pintura muy interesante de lo que hice, y me hace sentir bien.
—¿Ver padres con sus hijos en tus shows es una medida de cómo tus canciones sedujeron a varias generaciones?
—Sí, efectivamente. Han pasado casi treinta años, y es interesante comprobar eso. Hace poco asistí a un concierto de Billy Joel y James Taylor y vi más o menos lo mismo. Hay como un parentesco en esto
de que las canciones permanecen en el corazón de la gente y siguen mutando, quizá por una razón enigmática y misteriosa, esos temas siguen teniendo vigencia y van transformándose.
—¿Por qué cuando un músico toca clásicos muchos piensan que no hay nada nuevo para mostrar?
—En el caso de “Primera fila” estreno tres canciones en vivo, ni siquiera son regrabaciones. Esto es una antología, yo edité un álbum de estudio, con menor repercusión en el 2008, que fue “Fidelidad”. No sé a qué te referís, porque mi último “grandes éxitos” fue “Salir vivo” hace diez años. Paul McCartney tocó en Buenos Aires y y tuvo que salir a cantar “Yesterday”, hay canciones que no puedo dejar de tocar, si no las hago me matan. Yo he ido a Rosario y toqué para 200 personas, y ahora voy a El Círculo, un gran teatro. Yo soy mi repertorio, soy mi obra.
—Muchos artistas quedan presos de sus clásicos, y otros si no los tienen se quedan sin trabajar. ¿Cómo se resuelve eso?
—Mirá, yo he aprendido a amigarme con las canciones y saber mirar la cara de la gente cuando toco esos temas. En este caso, si sos intérprete y autor, es una doble responsabilidad. Cuando tocás un riff ves los ojitos de la gente, que se tapan la cara y deben pensar dónde estaba en esa epoca y si era más feliz. Cuando ves esos ojos en el momento en que quizá decís “uy, esta canción ya no la quiero tocar más”, ese gesto te renueva. Yo no tengo ese problema.
—Más allá de la nostalgia, hay canciones que mantienen su vigencia, porque cuando pedís “un poco de satisfacción” o que “en la cocina hace falta huevos”, uno lo sentía a los 20 y lo sigue sintiendo a los 50 años.
—Y, mirá, viste cuando canto “quiero votar un presidente y quiero un país muy diferente”, bueno, eso es una canción pop, pero está bajando una línea, y si se sigue pensando así es que eso está vigente. Es una metáfora que muta y es actual, eso tiene que ver con las buenas canciones, que son las que resisten el paso del tiempo.
—¿Cuál es el tema que al tocarlo en un show te decís “ésta es mi canción”.
—Yo elegiría los temas huerfanitos, que nadie les dio pelota, que están bien construidos y bien cantados, porque soy muy crítico cuando canto, y después digo “¿por qué no le dieron pelota a esta canción?”, y es un castigo para mí. No sé, pero por ejemplo me gusta “Malos pensamientos”, una balada perdida del disco “Obsesión”. Me gustan más los temas tranquilones.