Un suboficial del Comando Radioeléctrico fue procesado por las gravísimas lesiones causadas a un
chico de 17 años a quien dejó paralítico al dispararle por la espalda hace dos años en barrio
Hipotecario. El operativo fue presentado por la policía como resultado de un enfrentamiento con el
adolescente, a quien atribuyeron haber usado un revólver. Pero ese clásico relato oficial fue
desmantelado por testigos que jamás vieron un arma en manos del muchacho.
Toda la investigación judicial reforzó “la presunción de que el
arma no existió” y por eso el policía también fue acusado de falsear el acta por el hecho.
La medida fue dictada contra el suboficial Alejandro Marcos Alomar, de
27 años. El juez de Instrucción Nº 4, Juan Carlos Vienna, también procesó al compañero de patrulla
del policía, Fernando Manuel Viegas, por haber convalidado el relato falso, encubrir a su colega y
la detención ilegítima de un amigo de la víctima, a quien llevó detenido en averiguación de
antecedentes a pesar de que el muchacho llevaba encima su documento de identidad.
“Se torna evidente la configuración del delito de falsedad
ideológica. Los empleados policiales brindaron un relato no coincidente con la realidad de manera
de inculpar a la víctima y justificar el accionar por ellos llevado a cabo”, evaluó el juez.
Alomar fue procesado por el delito de lesiones gravísimas, agravado por el uso de arma de fuego y
por su condición de empleado policial, y por la figura de falsificación de documento público.
Podría recibir una pena de alrededor de 6 años de cárcel.
El policía se encuentra bajo un régimen de sustitución de la prisión
preventiva y en disponibilidad, sin ejercer tareas de seguridad ni portar armas.
Sólo las llaves. La víctima fue Fabricio Fregoni, entonces de 17 años. El
efectivo lo persiguió porque el chico corrió al pasar el móvil policial frente al lugar donde
estaba con un amigo, aunque no fue implicado de delito alguno. El acta policial le atribuyó haber
llevado encima una barreta. Pero el trozo de hierro ni siquiera tenía huellas digitales. Los
vecinos relataron que el joven sólo llevaba un manojo de llaves que se le cayó al piso en la
carrera. Ninguno vio que el chico portara arma.
Todo fue la madrugada del 20 de agosto de 2008 en la zona de Biedma y
Magallanes. Según el acta policial ahora desacreditada, los policías patrullaban la zona cuando
cruzaron a dos chicos que salieron corriendo. Alomar declaró que se bajó del móvil y corrió dos
cuadras a uno de los jóvenes hasta un pasaje a la altura de Biedma al 6000 donde el adolescente le
disparó con un arma. Que él respondió con tres balazos, uno de los cuales rebotó en un cantero e
hirió al muchacho. Al acercarse al herido, dijo, advirtió que tenía un revólver 38 que le sacó de
la mano y dejó en el patrullero, donde su colega había retenido al acompañante del chico.
Los vecinos salieron al oír disparos y vieron al adolescente en el piso.
“Yo no hice nada. Ayudame que me estoy muriendo”, le dijo el joven a una vecina.
“Por favor no dejes de mirarme”, pidió mientras esperaban una ambulancia que nuca
llegó. Fue trasladado en otro patrullero hasta el Heca, donde le informaron que no caminaría nunca
más. La bala ingresó por la espalda, le fracturó una vértebra y le afectó la médula. El chico quedó
parapléjico y sufrió un “déficit funcional que aparece como definitivo”.
Fregoni contó que empezó a correr al ver que el móvil perseguía a otras
dos personas. “Nunca me di vuelta para enfrentarlos. El disparo lo recibí estando de
espaldas”, remarcó. El adolescente vive a cuatro cuadras del lugar donde lo hirieron. Dejó el
segundo año de la secundaria para trabajar con su hermana en un comercio de la zona y no tenía
antecedentes.