“Si hubiésemos contado con una guardería en la escuela habría terminado antes el
secundario”, dice Angélica Núñez, una joven madre de 22 años que cursa el 5º año en la
Técnica Nº 623 Remedios Escalada de San Martín. La confesión de la estudiante no hace más que
recordar un viejo pedido: contar con una guardería escolar para que las madres y padres
adolescentes y jóvenes tengan el mismo derecho a educarse. La ley de educación nacional obliga a
las provincias a adoptar las medidas necesarias para garantizar el acceso y la permanencia en la
escuela de las alumnas embarazadas, además de la continuidad durante la maternidad.
Angélica está con su hija Milena, una nena muy linda e inquieta de 3 años. “Cuando vengo a
clases la cuida el abuelo, pero se me complica cada vez más dejarla”, dice la mamá, que sueña
con más estudios: “Quiero seguir auxiliar de farmacia y ponerme enseguida a
trabajar”.
También quiso dejar su testimonio Samuel Navarro, que tiene 17 años, es alumno de 2º año y el
papá de Isaías, un bello bebé de un año y 5 meses. “Es difícil venir a la escuela, porque la
mamá también trabaja y nuestras familias no siempre pueden cuidarlo”, relata. Y para que no
queden dudas de que su voluntad está en el estudio, dice que está en sus planes seguir
abogacía.
Lucía Silva es otra de las alumnas de esta escuela pública de Paraguay 1251. Cursa el 4º año,
tiene 20 años y es la mamá orgullosa de Chiara, de un año y 7 meses. “Cada vez me cuesta más
venir a las clases, falto mucho y temo perder la escuela”, cuenta. Abraza a su linda hija y
admite que también es penoso “no tener siempre a mano quién la cuide”. Y agrega que
tiene el desafío de terminar la secundaria para seguir la carrera de policía.
Los tres acuerdan en que contar con una guardería en la escuela sería una gran solución para
estudiar tranquilos. Un reclamo nada descabellado si se piensa en el carácter inclusivo de la nueva
ley de educación nacional (ver aparte).
Proyecto inclusivo
Isabel Ventroni es la directora a cargo de la técnica 623 por estos días. Hace 22 años que
enseña y conoce bien de cerca la problemática de la que habla. Recuerda que hace varios años
comenzaron —junto a la profesora Mónica Evangelisti— a trabajar sobre un proyecto para
atender los embarazos adolescentes, que luego se enriqueció sumando a la educación sexual, la
preocupación por la salud reproductiva y desde ya una clara visión del derecho de todos los chicos
a educarse.
Lo que no ha cambiado desde que emprendieron aquel proyecto inclusivo es la preocupación por los
chicos que dejan la escuela. “Sabemos que no es la única razón ser madre o padre muy jóvenes,
pero esto tiene un peso significativo que lleva a muchos alumnos a dejar”, advierte con pesar
la profesora sobre la realidad de un buen número de sus estudiantes.
Cita como ejemplo el de una alumna de 16 años que está embarazada y cuya familia avisó que no
podrá asistir a clases por el resto del año porque le recomendaron reposo. “A esa estudiante
no le será fácil retomar el año que viene, con un bebé recién nacido”, pronostica sobre una
realidad que conoce bien de cerca y abarca a un buen número de sus estudiantes.
Reconoce que es muy duro para los alumnos, que en todo momento cuentan con la solidaridad de sus
compañeros al igual que de profesores y porteros, llegar a clases con los pequeños. Por eso remarca
que la iniciativa de la guardería tiene más que sustento. Enseguida enumera razones que hacen más
justificable el pedido: la ubicación céntrica de la escuela que permite recibir chicos de distintos
barrios por la facilidad del transporte; el horario vespertino (de 18 a 23) que facilita la
asistencia a quienes trabajan y el proyecto de inclusión sobre el que enseña permanentemente la
escuela.
También expresa que el pedido de la guardería facilitaría a otros secundarios de la zona, además
de los alumnos que pertenecen al Plan Fines y que concurren a las clases de apoyo o tutorías.
Voluntad y disposición
Por si hiciera falta, la directiva menciona una y otra vez la voluntad y buena disposición de
los profesores para contemplar la realidad de los chicos y chicas que tienen hijos. “Es muy
triste enterarse que han dejado, cuando sabemos que son muy capaces”, comenta la profesora
Susana Enjuto, que lleva 25 años enseñando economía.
Hacia el final de la entrevista se suman Jezabel Alderte, de 17 años, con su bebé de 9 meses que
llega en su cochecito, y Marcela Mateu, de 19 años que está en 4º y espera un nene para diciembre
próximo. “Este año no pude seguir la escuela porque no tengo con quién dejar a mi
hijito”, cuenta Jezabel, y Marcela ya anticipa que le pasará lo mismo el año que viene,
“una pena porque sería en el último año de la escuela”.
Las dos se unen al pedido común de contar con una guardería maternal en la institución, que les
garantice el derecho a estudiar y ejercer la maternidad.