Peteco Carabajal se toma su tiempo para hablar. "Yo siempre me he manejado con mis convicciones. He ido haciendo mi carrera paso a paso", asegura con calma, reforzando ese concepto de los artistas que apostaron por crear un camino propio. Con 40 años de carrera y diez discos editados sólo como solista, el músico santiagueño se embarcó el año pasado en una nueva experiencia: el espectáculo "Solo y acompañado", en el cual comparte escenario con colegas de distintos géneros y busca recuperar "el espíritu de la improvisación". En Buenos Aires, en el teatro del Viejo Mercado, Peteco cantó junto a Jorge Rojas, Hilda Lizarazu, Víctor Heredia, Lito Vitale y Adriana Varela, entre muchos otros. En Rosario, en donde se presentará los próximos viernes y sábado en la Plataforma Lavardén, lo hará junto a un verdadero seleccionado de músicos locales (ver aparte).
En charla con Escenario, el integrante más reconocido de una gran familia musical dijo que son los artistas y no el público los que deben producir los grandes cambios. Y también aseguró: "A la industria y a los productores más vale no hacerles caso de entrada. Jamás".
—Surgió espontáneamente, como casi todas las cosas. Uno siempre está preparando algún repertorio o ideando un nuevo disco. Lo que tuve en cuenta es algo que yo había hecho en su momento con el Chango Farías Gómez, que se llamó "Encuentro de brujos". Esta es una propuesta similar: crear y brindar un espacio para otros músicos, que es esencialmente compartir. Cuando a mí me invitan a una grabación me hacen escuchar algo nuevo y a la segunda escuchada entramos a grabar directamente. Acá apelamos a ese espíritu, a la disciplina de la improvisación.
—¿No hay ningún tipo de ensayo previo?
—No. Nos ponemos de acuerdo en el escenario. Generalmente hacemos temas míos y si yo conozco canciones de los invitados las hacemos también. Pero eso se ve en el momento.
—¿Por qué en el ambiente del folclore parece haber tanta camaradería?
—Porque sabemos que estamos todos en un mismo camino, que compartimos dificultades y logros. Incluso los que pueden llegar hoy en día a ser estrellas te tratan como a un par, a un compañero.
—Vos representaste una renovación en el folclore en los años 80, fuiste como una bisagra. ¿Quién ocupa ahora ese lugar?
—Hay muchos. De Santiago puedo nombrar a mi hermano Demi, a Santiago Suárez de Vislumbre, a Orellana Lucca y al dúo La Brasa. Brunito Arias, de Jujuy, también está haciendo un trabajo interesante. Hoy hay músicos que ampliamente han superado toda la supuesta renovación que hemos hecho nosotros. Están proponiendo cosas realmente buenas y nuevas, desde las melodías, las letras y la estética. Lo del Vislumbre me llama mucho la atención. Y a Demi lo conozco bien, sé de dónde viene, entonces puedo reconocer cuando hace algo nuevo.
—¿Es muy difícil para estos artistas llegar a un público masivo?
—Sí, totalmente. Hay todo un andamiaje, una estructura que tiene la industria, y el público se acostumbra a eso. El público no es el que va a cambiar, por más que a algunos le duela. Cuando yo digo esto parece que estuviera subestimando la capacidad de la gente, y siempre me preguntan ¿de dónde creés que salen los artistas? Es cierto que los artistas salen del pueblo y son el reflejo del pueblo. Pero el pueblo no va a ir a rescatar a los artistas. También dicen que el pueblo nunca se equivoca, pero cuando lo informan mal sí se equivoca. Aquí hace muchos años que la industria y los productores promueven más el éxito que el cambio. Si aparece algún joven nuevo siempre va a tener a un productor que le dice al oído, tentándolo con el éxito fácil: "Dejá los cambios, no la compliques". Y la gente al final recibe eso. Es el artista el que produce cambios. Claro que no es fácil. A mí también me pasa. No todas las canciones llegan a la gente, por más que uno piense que van a ser accesibles. ¿Qué conoce de mí la mayoría? "Perfume de carnaval", "Las manos de mi madre", "Desde el puente carretero"... Pero no conoce "Cinema Paradiso", "Danza de la locura" o "Huella de lluvia", que son canciones muy especiales para mí. Estas canciones solamente las conocen los que se dedican con pasión a seguir a un artista, los que hacen más que comprar un disco.
—En el ambiente de la música hay una especie de desencanto. Se habla de los grandes referentes como si estuvieran todos en el pasado. ¿Vos coincidís con esta visión?
—No faltan artistas, ni capacidad para escribir una buena letra o una buena melodía. Pero el 90 por ciento de las propuestas nuevas lo primero que buscan es el éxito, y después recién piensan en hacer lo que realmente les gusta. No se dan cuenta de que no van a poder salir nunca de esa trampa. Si han tenido éxito una vez, el mismo público y la industria no van a dejar que prueben otra cosa. Te van a hacer repetir. Si con el primer disco vendiste 100 mil copias y con el segundo vendés 80 mil te empiezan a mirar con desconfianza. Y eso lo condiciona al creador. Por eso a la industria y a los productores más vale no hacerles caso de entrada. Jamás. Un artista sólo debe hacerse caso a sí mismo.
—¿Qué tratás de transmitirle a tu hijo Homero, que también hace música?
—Lo mismo que me enseñó mi padre: que este es un camino largo, que no hay que desesperarse por tener éxito. Yo le he puesto ejemplos, como Soledad, Abel Pintos o Luciano Pereyra. Ellos tienen méritos artísticos, pero no es fácil agarrar el mango del éxito siendo tan chico, porque no lo manejás, te manejan, te meten en un camino de presión, en vez de tener un camino libre de creación. La plata te ayuda pero también te puede marear. Homero sabe que de a poco va a hacer su propio camino y que no tiene esas metas impuestas. Entonces anda tranquilo. Eso es lo que yo le he transmitido, y lo que ha visto en mí, en mi papá, en sus primos y en sus tíos.
—La muerte de amigos y referentes como Mercedes Sosa y el Chango Farías Gómez. ¿Te hace sentir responsable de una suerte de legado?
—Creo que sí, y yo lo tomo naturalmente a ese legado, porque he ido haciendo mi carrera paso a paso. Nadie puede decir "este ha sido el éxito de Peteco" o "aquí se ha consagrado Peteco". Yo estoy yendo todavía, y a la vez soy consciente de que tengo 40 años de música encima, y de que la gran mayoría de los compañeros grosos, nuestros maestros, ya no están. Yo no me considero un maestro, pero estoy como una referencia para los que necesiten.
—El mes que viene entrás a grabar tu nuevo disco, que también se va a llamar "Solo y acompañado". ¿Qué es lo que te motiva a seguir componiendo?
—Me motiva la idea de decir lo mismo pero desde otro lugar. Creo que ya está todo dicho. El ser humano viene hablando de sí mismo desde hace miles de años. A los que hacemos canciones nos queda encontrar una nueva posibilidad de decir algo que ya fue dicho pero desde un punto de vista distinto. Yo hablo de la niñez, del abandono, de una muerte, de la madre, de un hermano, de las dificultades para conseguir trabajo, de la soledad, del tiempo. Eso es lo que nutre, la vida diaria. Yo no hablo de planetas ni de cosas que no conozco. Hablo de cosas que pasan.
Dos noches con músicos rosarinos
En los recitales que dará en Rosario, Peteco invitará al escenario a músicos locales de distintos géneros. En los shows estarán Franz Funes (Patagonia Revelde), Diego Casanova (Rosario Smowing), Julián Miretto (El Caño) y Caburo. También serán de la partida Juancho Perone, Lele Lovato, el Dúo Amarcanto, Carlos Pino, Ulises y Rocío Basualdo, Juan y Mariela Carabajal, Luciano Jazmín y el ensamble de percusión Latebombo, entre otros.