Los malhechores planificaron con precisión todos los detalles del golpe y conocían los
movimientos de la fábrica de retenes de la zona noroeste de la ciudad. Presumían que en la
administración de la empresa había un jugoso botín. Pero después de trabajar arduamente una hora y
media con una amoladora para perforar el cofre, comprobaron con desazón que ahí solamente había
guardados dos mil pesos y algunos cheques. Antes de emprender la búsqueda del dinero, los ladrones
habían inmovilizado a dos vigiladores y a un empleado de la planta que nada pudieron hacer para
evitar el atraco.
La firma asaltada es la fábrica de retenes DBH, en Juan José Paso 6986.
Allí, la tardecita del lunes la actividad laboral había finalizado y sólo quedaban en el lugar
Leandro Maidana, un empleado de limpieza, junto a Oscar Ibarra y Angel Villalba, dos custodios de
la empresa Centinela que esperaban su relevo. Al parecer, los ladrones conocían ese detalle y
también que todos los movimientos que se producen dentro de la firma están monitoreados por un
sistema de alarma y cámaras de video.
A las 19, tres hombres armados llegaron a la planta. Ingresaron por el
portón principal, que al parecer estaba abierto por el cambio de los custodios, y encañonaron a los
tres hombres presentes en la fábrica. “Esto es un asalto”, gritó uno de los recién
llegados mientras exhibía un arma de fuego. Después, las víctimas fueron “maniatadas con
cintas de embalar detrás del portón y al muchacho de la limpieza le pegaron unas patadas”,
explicó a La Capital Vanesa, una empleada de la administración.
Después, los maleantes les quitaron los uniformes a los vigiladores y se
los pusieron encima de la ropa que tenían. El recaudo que adoptaron demuestra que los malhechores
sabían que sus pasos delictivos estaban siendo registrados por las cámaras de video.”Se
pusieron los uniformes para despistar y además en las filmaciones las caras no pueden verse bien
porque se las tapaban con las manos”, comentó Vanesa ayer.