El diputado provincial Héctor Cavallero presentó un pedido de informes al Ejecutivo para saber si se está realizando un mapeo para determinar las zonas afectadas por dengue, zika y chikungunya dentro del territorio santafesino, y si se contempla la posibilidad de combatir el mosquito transmisor de estas enfermedades (Aedes Aegypti) con métodos de tipo biológico, atento a que los insecticidas que se usan para fumigar sólo combaten a los ejemplares adultos que a la larga desarrollan resistencia a estos productos, y dejando a larvas y huevos vivos. Además, advirtió sobre la toxicidad de estos productos y los trastornos que pueden generar en humanos y animales.
El legislador fundamentó la necesidad de determinar las zonas donde se han detectado casos y su discriminación según el tipo de enfermedad, y de esta manera “mapear las rutas de las larvas” porque “de nada sirve la fumigación y cualquier medida que se tome sin una metodología destinada a determinar la lógica del desarrollo de las poblaciones de mosquitos transmisoras”.
Estadíos iniciales. En ese sentido, Cavallero observó que “desde el Estado en sus diferentes niveles se habla de descacharrar como medida más efectiva”, pero consideró que “además de la limpieza de ambientes que debería ser una forma complementaria de control, no la decisiva, se debe incorporar el combate del mosquito desde sus estadíos iniciales, es decir, evitar la propagación de huevos larvas o pupas”. Al respecto, indicó que “se ha descubierto que las hembras infectadas transmiten esta enfermedad a sus huevos y luego —continuando con el ciclo— a las larvas, por lo cual la fumigación mata mosquitos en estado adulto, pero no los que nacerán con capacidad de transmisión de las enfermedades”.
Precisamente, sobre la efectividad de las fumigaciones, el diputado se basó en diversos estudios internacionales para afirmar que “poseen poca o casi nula efectividad en el combate del Aedes y las enfermedades que transmite. Con la finalidad de su erradicación se están empleando generalmente biocidas a base de piretroides”, que “a pesar de poseer baja toxicidad, se ha comprobado su peligrosidad al generar ’información errónea’ al cuerpo, lo que produce severos y peligrosos trastornos que pueden acarrear en muchos casos cáncer a los seres vivos”, advirtió Cavallero, que es profesional bioquímico.
Baja toxicidad. Como alternativa para combatir los ejemplares en todos sus estadios y sin mayores consecuencias para la salud, el legislador propone la utilización de “biocidas de muy baja toxicidad a base de “bacillus thuringensis” que no afectan a seres vivos (ni siquiera a abejas que son altamente sensibles a todo producto) pero sí exterminan larvas en sus estadios iniciales, ya sea Aedes como cualquier otro tipo de mosquito”. Al respecto, citó la exitosa experiencia de la propia Municipalidad de Rosario cuando lo aplicó entre 1990 y 1995 para combatir mosquitos.
“La industria dedicada a estos productos ha generado biocidas aún más específicos y efectivos desarrollando este bacilo en su variedad denominada israeliensis, que afecta fundamentalmente al Aedes. Es de hacer notar que este último producto se debe a estudios realizados en nuestro país por científicos del Conicet, y que han sido reconocidos internacionalmente, y se hallan disponibles comercialmente a través de diversas marcas comerciales”, acotó.
También aportó que esos biocidas no constituyen la única alternativa de combate de este tipo de mosquitos en sus estadios iniciales, ya que “en Brasil y Estados Unidos se está aún poniendo a punto la utilización de mosquitos de esta especie genéticamente modificados, y en Australia se apela a la bacteria wolbachia, que si bien existe en la mayoría de los insectos del mundo, resulta mortal para esta especie”.
Finalmente, el diputadoex intendente rosarino y hoy diputado concluyó que “la continuidad de las fumigaciones indiscriminadas, lejos de ser una solución, son a futuro un problema ya que ha sido probado que se generan colonias de insectos resistentes a los insecticidas, por lo que con el paso del tiempo deben aumentarse las concentraciones de los biocidas o apelar a productos de mayor potencial tóxico, creando así nuevos ejemplares cada vez más resistentes y problemas cada vez más grandes a las generaciones próximas”.