“Esperamos salir fortalecidos con un resultado positivo y así empezar a construir una confianza para el resto del torneo”. Sebastián Domínguez tomó la palabra, el único del plantel que lo hará antes del clásico más allá de la conferencia de mañana de Lucas Bernardi. El Negro respondió a cada una de las consultas en la previa de un clásico caliente como todos, pero en Newell’s existe una presión extrema por la falta de buenos resultados. Existe ansiedad de festejar frente a su eterno rival por primera vez en este ciclo dirigencial. Y, además, el DT lo necesita de manera urgente para calmar algunas broncas y encontrar la paz que necesita para seguir con su tarea.
Hoy la sensación térmica popular leprosa está en sintonía con las altas temperaturas diarias. Se palpa la tan mentada “necesidad” de festejo y sólo cotiza ganar. Sobre esto, el Negro opinó: “Es un partido que emocionalmente juega para los dos equipos. Por eso hubo muchos empates. Es durísimo para jugar. El que gana sale fortalecido y el que lo pierde golpeado. El cuerpo técnico lo sabe de entrada y debe convivir con la presión tanto como nosotros. Nunca se puede desestimar ganar y es lo que te hace ser mejor o peor”.
El clásico no sólo se juega en la cancha si no fuera de ella. Con el paso del tiempo cada vez todo se fue tornando más intenso, los reclamos son extremos hasta orillar la locura, como los momentos que le tocó vivir a la abuela de Maxi Rodríguez, por citar un ejemplo. Una situación que llevó a que en esta ocasión transite la semana con custodia. Un desatino cuando sólo se piensa que es sólo un partido de fútbol. Pero en realidad parece que no es así.
Domínguez hace muchos años que no es protagonista, pero la previa y pos clásico de hoy son bastante diferentes a los que disputó hace una docena de años. ¿Por qué? “Cambió el mundo, las redes sociales... Hay más inclusión de pensamientos y está bien, pero a veces genera una bola de emociones que se hace imparable. En la pretemporada se me escapó decir que había que desdramatizar el clásico. No lo dije restándole importancia porque nadie me tiene que explicar cómo es un partido de estos. Cuando empiezan a suceder cosas afuera de lo deportivo es difícil para todos, para jugadores y también periodistas. Es una ciudad futbolera que tiene un montón de cosas maravillosas y padece otros matices que no son saludables para el fútbol. El clásico será dramático siempre, pero hay que convivir con eso. Nosotros con declaraciones y dentro de la cancha tratando de ser inteligentes y coherentes, sin dejar de correr y meter e imponernos. El mensaje debe ser uno dentro de lo deportivo: ganar, perder o empatar. El resto de las cosas, el bendito folclore... es ahí donde hay que sacarse la camiseta, pensar que la gente tiene muchos problemas y los traslada a una cancha y nosotros debemos colaborar. Es un partido que entrega emociones que no viví en ningún lado”.
—¿Encontrás de dónde viene la responsabilidad para que pase esto?
—Son muchas cosas. El deporte se ha vuelto voraz. Acá pasa porque es una ciudad en la que hay dos equipos en primera, todo está comprimido. Rosario es grande, con dos equipos que históricamente han sido protagonistas de torneos, respetados en el país y a nadie se le cruza por la cabeza que no sean protagonistas. En otros lugares no pasa eso. El rosarino vive desde un lugar, consume el diario de la ciudad y no le presta atención a lo que pasa en Buenos Aires. Eso hace que todo lo que suceda sea muy importante. Se ha puesto más violento, más incomprensible, pero no creo que sea un problema sólo nuestro. Más allá de este relato, que parece trágico, jugar un clásico es hermoso. La tristeza o alegría de un clásico ganado es más importante dentro de tu carrera que a veces quedarse con un torneo o jugar en la selección.
—¿La presión es mayor debido a que hace varios años que Newell’s no consigue un buen resultado?
—La presión está siempre y el fútbol se trata de ganar por más vuelta que le des. Uno puede elegir las herramientas. La sentimos y es lógica porque hace un tiempo que no ganamos uno. Cuando entramos a la cancha somos los primeros que tenemos la sensación de que hay que ganar. Hay muchos que nacimos acá y este partido se juega de una manera emocional especial. Nunca tuve estas presiones en otro lado como en un Ñuls-Central.