Como cualquier órgano periodístico del mundo, en el tiempo y circunstancia que se pretenda, las ediciones de LA CAPITAL padecieron las contingencias políticas y económicas del país, así como aquellas de índole internacional —en oportunidades extendida prácticamente a todos los confines del mundo por las guerras— que influyeron sobre éste. También padecieron conflictos laborales, muchos derivados de cuestiones políticas más allá de la estricta esfera empresaria, como por caso los paros nacionales dispuestos por la CGT, y otros por conflictos laborales internos. Estas circunstancias, unidas a clausuras por cuestiones políticas; a breves detenciones de la continuidad informativa por reestructuraciones técnicas, especialmente en los primeros años de vida de la empresa, en los que incluso se unificaron en algunas pocas oportunidades dos ediciones en una; y por otras cuestiones (por ejemplo, los feriados y días en que no aparecen los diarios en el año crecieron o decrecieron según quién ejerciera el gobierno en determinada época), hicieron que se produjeran varios errores en el registro numérico total de las sucesivas ediciones.