Una enorme explosión provocó la muerte de cinco personas en un bastión del grupo extremista shiíta Hezbolá en Beirut, la capital del Líbano. La explosión dejó autos destrozados en llamas y enormes daños en un edificio. El atentado parece una respuesta al asesinato de un prominente político sunita hace apenas una semana. Hezbolá fue el máximo sospechoso de ese crimen. El trasfondo de la violencia reciente en Líbano es la guerra civil en la vecina Siria, donde Hezbolá combate al lado del ejército del presidente Bashar Assad, mientras los rebeldes sunitas que lo enfrentan reciben simpatías y apoyo de sus vecinos libaneses.
El estallido de ayer ocurrió durante la hora de mayor tránsito en el barrio shiíta de Haret Hreik. Aparentemente fue un auto bomba. El Ministerio de Salud de Líbano informó que al menos cinco personas perdieron la vida y 65 resultaron heridas en la explosión, que dejó autos reducidos a escombros y destrozó ventanales de numerosos negocios.
Las imágenes transmitidas en la televisora Al-Manar, que pertenece a Hezbolá, mostraban a los bomberos mientras apagaban autos en llamas. Al menos un edificio quedó sin fachada y diversas construcciones vecinas registraron daños de importancia. Al-Manar indicó que el estallido ocurrió "a unos centenares de metros del politburó de Hezbolá", pero no tendría a esa oficina como blanco. "De repente, toda el área se llenó de luz y comenzamos a correr", dijo Ali Oleik, un contador que trabaja en un edificio de oficinas cercano. "Vi dos cadáveres en la calle, uno de una mujer y otro de un hombre en una moto que estaba totalmente deformado".
Las autoridades llevaron perros entrenados para detectar explosivos y en algún momento dijeron que podría haber otra bomba, lo que hizo que la gente se alejara presa del pánico.
La explosión se produjo apenas una semana después de que otro auto bomba explotara en el centro de Beirut y asesinara a un importante político sunita, Mohamed Chattah, quien era un enemigo declarado del presidente sirio Bashar Assad y de sus aliados libaneses de Hezbolá.
Los suburbios del sur de Beirut, que alguna vez fueron el bastión impenetrable de Hezbolá, han sido atacados varias veces en los últimos meses. El barrio de Haret Hreik, donde ocurrió el estallido de ayer, está cerca del distrito de Beir al-Abed, donde otro potente coche bomba dejó casi 20 muertos en agosto pasado.
Los ataques incrementan las posibilidades de que un Líbano profundamente dividido según las sectas religiosas del islam se vea arrastrado cada vez más al conflicto sirio, el cual se libra cada vez más bajo esas mismas divisiones entre sunitas y shiítas.
Los rebeldes sunitas de Siria han amenazado con atacar los bastiones de Hezbolá en Líbano en venganza por su intervención en el conflicto en favor del régimen de Assad. Hezbolá ha enviado entre 3.000 y 10.000 milicianos a combatir a Siria.
Como si la situación no fuera lo suficientemente crítica, recientemente el gobierno libanés alertó que ya no puede hacer frente al aluvión de refugiados sirios que escapan de la guerra y se instalan en su pequeño territorio. La ONU ya registró más de 800.000 refugiados y advirtió que el número podría ascender hasta un millón y medio en 2014. El aluvión de refugiados aumenta las tensiones entre los que apoyan a la insurgencia sunita siria y los que sostienen a Assad, como las minorías alawita (una secta shiíta), las facciones cristianas y los shiítas de Hezbolá.