Ya no se sabe cuál es la receta. Pero lo cierto es que no se puede continuar así, rifando prestigio e historia con un equipo que no es tal y arrastra todas sus dudas. Quién escribe no cree en eso de que se vayan todos, sino en separar la paja del trigo. En este informe de situación que se describe con derrotas y desesperanza, le hace falta la unión de los que aún se sientan vivos, con ganas de pelearla, asumiendo las responsabilidades con la debida autocrítica. Obrando con fe, pero también con celeridad. Central no puede perder tiempo, aunque lo necesario generalmente no va de la mano de lo urgente. Porque así quema todos los pergaminos. Ayer fue Sarmiento e iba la primera fecha. Hoy Douglas Haig y ya es la 11ª. Dos recién ascendidos que se merecen todo el respeto, pero que no pueden faltárselo en el Gigante, no al menos sin que le cuesta sangre, sudor y lágrimas, que no fueron el caso.