Los artistas, como cualquier mortal, tienen momentos más brillantes que otros. O años de más éxitos que otros, o de más popularidad. Con Fito Páez, y más en su ciudad, sucede que, desde "Del 63" para acá, todos se engancharon con un Fito diferente, y lo peor es que siempre critican al Fito que no se adapta a sus gustos. Como si el artista fuese una plastilina que puede moldearse a cada estado de humor, de amor o de tristeza de quien lo escucha. "No hay nada más oscuro que el Fito de «Ciudad de pobres corazones» y «Ey»"dirá el público más dark. Los nostálgicos que se quedaron en los comienzos insistirán con que lo más copado fueron las canciones de "Del 63", "Giros" y "El amor después del amor". Y no faltará quien quedó enganchado con los momentos sinfónicos de "Euforia" o las cuerdas intimistas de "Rodolfo". Quien aprecia la dimensión compositiva de Fito tendrá que entender que lo mejor que le puede pasar a un artista es mutar sin cambiar de esencia. Y ése es Fito Páez. Confiá.






























