La presidenta Cristina Fernández reasumió en su cargo tras permanecer 20 días de licencia por una intervención quirúrgica de tiroides y celebró que en su ausencia al frente del Poder Ejecutivo "todo siguió funcionando aunque yo no estuviera". En el marco de su discurso, anunció que la tasa de desocupación bajó a fines de 2011 al 6,7 por ciento desde el 7,3 por ciento que presentaba entre octubre y diciembre de 2010, al tiempo que la economía creció durante el año pasado un 9,2 por ciento.
"Por primera vez hemos perforado el piso del 7 por ciento", destacó la mandataria durante un acto celebrado en la Casa de Gobierno tras la firma del inicio de distintas obras de infraestructura.
La presidenta, además, criticó a "algunos que quieren hacer creer que la sintonía fina de la que hablo es similar al ajuste. Y no es así. No. Lo que pasó es que se terminó la avivada. Voy a utilizar todas las herramientas de la Constitución para defender los intereses de los 40 millones de argentinos", advirtió.
Un buen momento. Cristina apareció de buen humor durante un acto en el Salón de las Mujeres del Bicentenario, colmado de ministros, gobernadores y funcionarios nacionales, en el que aprovechó para hacer un relato sobre su recuperación y demostrar su "emoción" por el positivo diagnóstico final. "Cuando (el doctor Pedro Saco) me dijo que no habían encontrado células cancerígenas en los nódulos y que me habían encontrado un tercer nódulo, fue el único momento que me puse a llorar", recordó la jefa del Estado, que lo identificó como "un momento de mucha emoción, no lo definiría como alegría". En el discurso que se extendió durante unos 45 minutos, ordenó la apertura del Informe Rattenbach, que evaluó las responsabilidades de la dictadura militar en la Guerra de Malvinas, volvió a instar al Reino Unido a negociar y también cuestionó a las organizaciones ambientalistas por no denunciar la depredación de recursos naturales en la zona del archipiélago.
Asimismo, realizó un duro cuestionamiento a empresas petroleras por implementar distinciones en las tarifas, defendió la quita de subsidios y rechazó hablar de "ajuste" para insistir con el término "sintonía fina" en la gestión. La presidenta destinó un importante tramo de su discurso al tratamiento que recibió su enfermedad en los medios y si bien reconoció que pensó en ponerse un pañuelo para disimular la cicatriz que tiene en el cuello, finalmente optó por dejarla a la vista, incluso sin utilizar ningún collar. En un relato cronológico, citó que "el 22 de diciembre me hice el primer análisis y después de las Fiestas me iban a hacer el segundo análisis" donde conoció el diagnóstico y fue allí que "decidí comunicarlo con la certeza del cuadro, puntualmente, puntillosamente", dijo sobre el momento en que se difundió la aparición de células cancerígenas.
Sin embargo, se quejó de que esa actitud "tampoco parece que está bien, porque cuando el resultado afortunadamente para mí" determinó que no era cáncer "tal vez alguno se desilusionó" y advirtió: "El mal vuelve, no hay que hacerlo". También agradeció a "todos aquellos ciudadanos que se preocuparon por mi salud, que rezaron, que hicieron cadenas de rezos, que hicieron el aguante en el Hospital Austral. "Nunca pensamos que podía escribirse tanta mentira", dijo al criticar a quienes opinaron sobre su salud por el fallido diagnóstico
Vulnerable. Con un tono cercano a la confesión que usó en varios momentos de su mensaje, admitió que "cuando uno está enfermo, está más vulnerable" y por eso agradeció a "los argentinos anónimos y a la gente que me cuidó, que me operó, me dio inyecciones, me preparó la comida. Quería agradecer a todos los que se alegraron, que se ve que son más", ironizó, y en tono de broma señaló que "faltaba que opinara la Organización Mundial de la Salud" sobre el cuadro médico que la afectó.
Al igual que en el último discurso que ofreció públicamente antes de la licencia que se extendió entre el 4 y el 24 de enero, se permitió realizar un chiste con el vicepresidente Amado Boudou y se río de quienes "decían que no le íbamos a dejar hacer nada, que no le íbamos a dejar firmar decretos, que (Carlos) Zannini le iba a cerrar la puerta, pero lo trataron divino".