Los tres fiscales propagaban contenida satisfacción por las 14 condenas a prisión al entorno de la banda de Los Monos en el cierre de la conferencia donde se explicaron alcances y motivos del acuerdo. Recién ahí se intercambió alguna sonrisa en el entrevero de cronistas que hacían su trabajo con un diálogo más relajado con los expositores. Pero durante el acto todo fue más bien aireado por una atmósfera correcta aunque notoriamente rígida. Es que a los expositores les esperaba un cometido pedagógico nada sencillo. Explicar en términos simples cómo el grupo caracterizado como factor principal de la criminalidad en Rosario en los últimos tiempos, con delitos continuados en donde el factor distintivo es la violencia ejercida para hacer negocios, recibía penas que no superaban los nueve años de prisión para su principal líder.
Una de las cosas más esperadas era la explicación de la pena que el acuerdo abreviado destina a uno de los sindicados jefes de la banda Ariel Máximo “Guille” Cantero. El convenio le imponía 9 años por la causa 913/12 por asociación ilícita que tramitó Juan Carlos Vienna. Pero también se agregó a la pena la imputación que Guille tenía por el asesinato de Diego “Tarta” Demarre, donde estaba procesado como autor de homicidio agravado. La fiscal Cristina Herrera le atribuyó la autoría de los seis disparos que mataron a Demarre y la jueza Alejandra Rodenas lo convalidó. La perspectiva de ese delito es la prisión perpetua. Los fiscales admitieron cambiar esa figura por la de partícipe secundario de homicidio. Eso a Guille le significó, para su alivio, una sustantiva diferencia.
Sin elementos decisivos. La explicación del cambio era relevante porque en torno de esa alteración dentro mismo de Tribunales estallaron las controversias. Los fiscales de Cámaras Guillermo Camporini y Cristina Rubiolo argumentaron cada uno a su tiempo. Camporini dijo que pese a que Guille Cantero llegaba procesado por homicidio agravado en la valoración de la prueba por el asesinato de Demarre no se hallaron elementos de certeza decisivos para llegar a una condena. Y que como el criterio de persecución penal trata de lograr que no haya impunidad, los fiscales superiores prefirieron aceptar la condición de imponerle condena a Guille como partícipe secundario antes de perder un juicio con una figura más alta. También dijo que el fiscal subrogante Mariano Ríos definió en un informe que no veía elementos para atribuir autoría directa del asesinato de Demarre.
La mención de Ríos fue tan significativa como su ausencia allí. No hubo en la conferencia de prensa ningún representante de la fiscalía 9 que investigó el crimen de Demarre. La primera fiscal en hacerlo, Cristina Herrera, está con licencia médica, pero ella no acordaba con una pena rebajada para Guille. Y Ríos anunció a sus superiores un día antes que no firmaría el abreviado por las menciones periodísticas que hacían aparecer su designación transitoria en el cargo como una decisión a medida para avalar el abreviado. Camporini prefirió decir que Ríos no estaba allí porque su presencia era innecesaria, aunque esa fue una primera verdad a medias.
Opciones y elección. La segunda verdad a medias fue la alusión al informe de Ríos. Si el fiscal de Cámaras hubiera ofrecido a los periodistas el dictamen completo en vez de los dos renglones que leyó se habría sabido que Ríos ofrecía un esquema con tres escenarios posibles para acusar a Guille Cantero, de los cuales dos prevén prisión perpetua. Uno por autor mediato de homicidio agravado, otro por ser instigador y la tercera por encubrimiento. De las dos primeras variantes, en la conferencia de prensa no se dijo nada. Sí tiene razón Camporini en que a la Fiscalía de Cámaras le asiste escoger lo considerado más propicio para llegar a una condena.
Ya se sabe cuál fue la elección. Con todo lo crudo que suene la aserción, en Tribunales hay sectores (fiscales entre ellos) que piensan que se regaló una perpetua. “A esta gente se le termina la impunidad”, contragolpeó Camporini. “A todos nos gustaría obtener algo más. Pero nosotros pretendemos que se nos respete en nuestro pensamiento que está en un marco de legalidad”.
El fiscal Camporini dijo que con una pena de 9 años, en cuatro Guille está en condiciones, si cumple los requisitos, de pedir la libertad condicional. Para salir de prisión en realidad no necesitará ese tiempo. En menos de dos años podrá tener el régimen progresivo de salidas.
En un tribunal ubicado a pocos pasos de donde se hacía la conferencia están acumuladas escuchas que evidencian que varios de los que ayer fueron a firmar condenas por delitos graves —abuso de armas, extorsiones, intimidaciones y accesos homicidas— hasta febrero pasado seguían impartiendo órdenes desde la cárcel para hacer lo mismo. “Esos hechos están denunciados en el nuevo sistema penal”, dijo Camporini. “Esperemos que si de esos hechos surge responsabilidad penal se dicten las condenas pertinentes. En ese caso se harían las unificaciones con estas condenas y se avanzaría en el fin de la impunidad”.
Incongruencias. Un malentendido histórico asimila penas más severas con justicia más eficaz. No siempre es así. Pero ayer los periodistas conversaban sobre los problemas de congruencia. En este momento en Tribunales hay un juicio en el que se piden cuatro años de prisión efectiva a un joven conductor que en un hecho culposo (no intencional) causó la muerte de dos jóvenes.
En el acuerdo abreviado de ayer el policía Juan “Chavo” Maciel, que según las escuchas pasaba datos a los Cantero sobre el estado de las víctimas de sus homicidios e información calificada para darles impunidad, se llevó 3 años de prisión.
Al final de su intervención Camporini volcó su agradecimiento manifiesto a los periodistas que “guardaron silencio” durante la tramitación del abreviado para permitir su exitosa consecución. Aludía por constraste a La Capital, desde luego, que abrió sus ediciones de los dos últimos días con la controversia que despertó este tema de evidente interés público. Es significativo, en el homenaje al silencio, atisbar el enraizamiento profundo, en el Poder Judicial, de una casi genética inclinación al secreto. Las exaltaciones sobre la importancia de consagrar un sistema de Justicia cercano a la ciudadanía, transparente, abierto y visible es un buen acicate emocional para los foros académicos y los discursos de folletería. Pero para trámites complejos mejor embutirse los oídos y cerrar la boca porque a veces la sociedad es un escollo entre los funcionarios y sus fallos. Si algo podía tumbar este abreviado eran sus debilidades intrínsecas expresadas dentro del sistema penal antes que las voces de los medios. Esa turbulencia ayer pasó y del primer piso de Tribunales todos parecieron retirarse aliviados.