El director Hernán Goldfrid se embarcó en su segundo largometraje tres años después de la comedia "Música en espera". Lo hizo con "Tesis sobre un homicidio", que se estrena hoy en Rosario. El realizador contó en una charla exclusiva con Escenario que su segundo trabajo es "un thriller sicológico", en el que el eje del relato corre paralelo a la indagación sobre "cómo a veces la justicia y la verdad, o lo legal y lo verdadero, no van necesariamente de la mano". Con los protagónicos de Ricardo Darín y Alberto Ammann, como Roberto Bermúdez y Gonzalo Ruiz Cordera, un abogado y profesor universitario y su ex alumno más brillante, la película está basada en una novela de Diego Paszkowski, ganadora del premio La Nación entre 250 textos presentados.
La rutina de Bermúdez se rompe cuando, luego de un seminario en el que participa su ex alumno, aparece el cuerpo de una mujer asesinada detrás de la Facultad de Derecho. El escéptico y arrogante Bermúdez se convence de que Ruiz Cordera es el autor del brutal crimen y está decidido a probar su culpabilidad, mientras el sospechoso parece desafiarlo con su inteligencia, su ambigüedad y sus modales impecables. Así, todo parece teñirse de una velada competencia entre ambos y a pesar de que los indicios se acumulan, la subjetividad del veterano jurista pone a prueba sus certezas.
—¿Qué te interesó de la novela para llevarla al cine?
—Fundamentalmente el deseo muy grande de explorar el género policial, en este caso el thriller sicológico que es hacia donde se fue desviando la película. Soy un gran amante del cine de género y del cine policial fundamentalmente.
—El thriller sicológico no es muy abordado en Argentina...
—De alguna manera es la historia de una obsesión en la que el espectador no puede evitar identificarse con el personaje, tratar de convertirse por un momento en un investigador y ponerse en el lugar de Bermúdez e intentar imaginar hacia dónde debe conducir su investigación. En Argentina no se está explorando en este momento este tipo de cine, pero de alguna manera siento que hay una gran tradición de cine de género en Argentina, con el cine clásico, ya sea aquellos policiales de los años 40 y 50 de (Daniel) Tinayre, de (Luis) Saslavski, de (Manuel) Romero, pero también están el cine de (Adolfo) Aristarain, el de (Fabián) Bielinski. De alguna manera creo que la película tiene una personalidad muy argentina.
—¿Hay una indagación sobre la Justicia o es sólo el contexto del relato?
—Me parece que la tesis que plantea el personaje de Gonzalo es fundamental, el análisis acerca del sistema de Justicia y de cómo funciona la Justicia. El tema es que la película quizás va tomando un camino en el que va mucho más allá y quizás empieza a hablar acerca de la verdad y de cómo a veces la justicia y la verdad, o lo legal y lo verdadero no van siempre de la mano. Empieza en todo caso a observar cuándo sí van de la mano y cuándo finalmente no lo hacen. Creo que de alguna manera el personaje de Bermúdez se obsesiona por saber la verdad. En todo caso a partir de ese saber la verdad, juzgar el sistema de Justicia ya que él cree mucho en algo y el sistema de Justicia no puede comprobarlo.
—¿Pensaste en Darín desde el principio por sus antecedentes en el género?
—Desde el primer momento que empezamos a imaginar esta película planteamos que el profesor Bermúdez era Ricardo Darín. Básicamente yo creía que era el actor ideal para potenciar ese personaje para justamente hacer preguntas acerca de ese personaje y a partir de esas preguntas empezar a conocerlo cada vez más, a involucrarnos emocionalmente. Yo creía que Ricardo era el actor ideal para vestir a Bermúdez y darle alma porque lo iba a conocer a la perfección, y ese conocimiento, ese cuestionamiento, iba a hacerlo crecer. Y si crecía ese personaje, crecería absolutamente el mundo de toda la película.
—¿Fue riesgoso el salto de una comedia como "Música en espera" a un policial?
—Yo disfruto del cine como espectador. Me gusta dar vueltas alrededor de diferentes tipos de géneros y darme cuenta cómo puede entrar a dialogar desde diferentes puertas con las ideas que uno tiene. Si ese diálogo puede darse a partir de diferentes puntos de partidas, aunque sean diferentes géneros, me parece que es algo muy interesante de explorar. Antes hice una comedia y ahora me interesó buscar algo completamente diferente. Quién sabe qué vendrá, pero me gusta el desafío de encontrar historias distintas.
—¿Entendés el cine como un espacio de la reflexión o de entretenimiento?
—Sin lugar a dudas pueden suceder las dos cosas juntas. Creo que la reflexión y el entretenimiento no son opuestos, se pueden complementar absolutamente. Creo que en todo caso cuando un espectador va a ver una película con el deseo de pasar un buen rato, y además termina llevándose una serie de ideas para reflexionar, o una serie de preguntas para que le den vueltas en la cabeza, es algo espectacular. Eso también tiene que ver con el tipo de cine que disfruto como espectador.