El ministro de Salud provincial, Miguel Angel Cappiello, se mostró perplejo por las graves
denuncias sobre un deterioro inédito en el Hospital Centenario que el viernes pasado formulara un
grupo de jefes de servicio del propio efector. Aunque admitió que se trata de “uno de los
hospitales más sufridos” por décadas de desinversión, negó veracidad a algunas de las
críticas y relativizó otras. Cappiello no ligó directamente los reproches médicos a las causas que
se tramitan en la Justicia por presuntos desmanejos administrativos en el hospital, pero los ubicó
en esa escena y hasta sugirió que pueda tallar alguna desinteligencia con el modelo sanitario que
impulsa su gestión. Aun así, afirmó que “no hay ninguna demanda de salud que no cubra la
salud pública”.
Polémica. La semana pasada, varios jefes de servicios clave del hospital pintaron
una decadencia inédita en el Centenario. Como ejemplos del deterioro denunciaron que no se reponen
insumos por deudas con los proveedores, que no se hacen cirugías cardiovasculares ni estudios de
hemodiálisis, que faltan catéteres y agujas en el servicio de hemodinamia y que el tomógrafo y el
resonador llevan años rotos. También dijeron que no hay anestesia para endoscopias ni reactivos
para análisis de hepatitis A y B.
Cappiello en persona respondió las críticas.
—¿Comparte esa visión de que el Centenario está poco menos que
devastado?
—No. El Centenario es uno de los hospitales que más ha sufrido no
haber tenido una política de salud durante muchos años y fue perdiendo con el tiempo mucha de su
capacidad instalada. En la nota (publicada el viernes último en La Capital) los médicos dicen
que el hospital tenía 700 camas y que ahora no llega a 70. Pero 700 camas tuvo hace 93 años, cuando
se inauguró. Después, con el tiempo, las distintas políticas y la dictadura las fue perdiendo.
—¿A cuántas llega hoy?
—Hay 180 en funcionamiento. Nosotros no cerramos ninguna cama; por
el contrario, las fuimos aumentando, pero eso no es medular. Al asumir la gestión, al hospital
había que hacerle muchas cosas. Incluso tomamos el proyecto del Centenario del Bicentenario (ver
aparte). En estos dos años ya invertimos más de 8 millones de pesos en obras prioritarias, pero que
no se ven tanto: la instalación de gas natural, que tenía cortado por no adecuarse a las normas del
Enargás; la compra de un grupo electrógeno, que no tenía, y la provisión de un buen servicio de
elaboración de alimentos. Igual la sala de maternidad, que fue refaccionada a nuevo. Y ahora
estamos por inaugurar la sala de diálisis, que se hizo con aportes de la comunidad y el Estado, y
con la gran colaboración del doctor Oscar Fay.
—¿Y qué pasa con lo que denuncian los jefes de servicio?
—Hay otros problemas en el Centenario, sobre los que estamos
permanentemente hablando con los profesores de las cátedras y fundamentalmente con el doctor (Hugo)
Tanno (jefe de Gastroenterología y uno de los que impulsó la denuncia pública).
—Ellos admiten que hay diálogo, pero dicen que sin respuesta.
—No es que no ha habido respuesta. Ellos sabían que estábamos
haciendo una investigación por algunos desórdenes administrativos que desde 2007 llegan a 6.380.000
pesos y al 2008 a casi 8 millones. Eso está en la Justicia penal.
—¿Usted asocia la denuncia de los médicos con esa investigación?
—No, no la ligo ni mucho menos; la ligo con lo que se les dijo a
ellos: que estábamos investigando, que había algún desorden administrativo y que ese dinero bien
pudo usarse para reequipar al hospital. Me llama la atención que justo ahora, después de esa
denuncia, se salga con esto a los medios, toda vez que habíamos hablado de cómo íbamos a trabajar.
Me preocupa porque se afirman cosas que no son ciertas: el doctor Tanno dice que no puede hacer
análisis y no es cierto; dice que no tienen anestesia y yo hablo con el jefe de Anestesiología y me
confirma que eso no es real.
—O sea, sí se pueden hacer análisis y endoscopias con anestesia...
—Por supuesto. Por otra parte, afirman que no se hace cirugía
cardiovascular, cuando hubo una nota a la ex ministra Simoncini (gestión Obeid) diciendo que no
iban a enviar más pacientes a operar al Servicio de Cardiología porque se complicaba. Yo mismo
hablé con el doctor Pedro Corvalán para restablecer ese servicio y ver cómo se iba a mejorar la
situación, o sea que hay un plan. También llama la atención lo que se dice de Hemodinamia, siendo
que con el doctor Pedro Zandroniz (jefe del área) estamos trabajando para hacer las cosas bien, con
todo el mantenimiento de guardia los 365 días del año. Y él lo sabe porque le pedí que me envíe
especificaciones para un equipo de hemodinamia que entraría al plan Salud para Todos del ministerio
nacional por un crédito de 1.500 millones de dólares donde el Centenario entra con obras y
equipamiento.
—Si los médicos saben todo esto y hablan con usted, ¿a qué
adjudica entonces una denuncia tan fuerte de parte de jefes de servicios medulares?
—No sé. Habría que preguntárselo a ellos. Lo que yo sé es que
hablamos, fuimos acordando cosas y hemos ido cumpliendo paulatinamente. Le digo más: (en la nota)
sale la jefa de Diagnóstico por Imágenes, que nos pidió residentes rentados y se los dimos, y ahora
dice que no hay tomógrafo ni resonador, cuando dos veces se agotó el tubo del tomógrafo (el último
lo pusimos hace poco), así que no es real que no haya tomógrafo. Y el resonador casi nunca anduvo,
ella lo sabe muy bien. A pesar de eso llevamos técnicos de la empresa que lo fabrica, pero no tiene
arreglo y habrá que comprar uno nuevo.
—¿Cree que puede haber alguna resistencia al modelo de salud
pública que su gestión impulsa?
—No creo. Quizá hacen un reclamo visceral desde el punto de vista
de ellos como profesionales y no desde el punto integral de la salud. Llama la atención que justo
en este momento se haga este tipo de denuncia pública sobre cosas ya aclaradas. Es gente de mucha
trayectoria a la que respeto, pero entiendo que quizás les interesa más lo que es equipamiento,
insumos... Y eso coincide con el Centenario convulsionado por las dos denuncias penales, la que
hizo el consejo de administración del hospital y la que hicimos nosotros. Se están haciendo
reordenamientos administrativos porque antes se cobraba todo, incluso a hospitales provinciales y
municipales. Y este nuevo ordenamiento tiene que ver con otros postulados: accesibilidad,
universalidad y gratuidad a quienes no tienen capacidad de pago. Eso implica un cambio cultural muy
fuerte, del que veníamos hablando. Y bueno... se ve que tendremos que seguir profundizando.
—¿No hay ninguna demanda que no sea cubierta por la salud pública?
—No hay ninguna demanda de salud que no cubra la salud pública. Y
cuando no tenemos posibilidad de resolver algo dentro de los efectores públicos los derivamos al
sector privado. Muchísimos ciudadanos, y de hecho el propio sector privado, pueden dar prueba de
eso: nunca nadie se quedó sin atención.