Las imágenes de una noche frustrante para Newell's recorren a una velocidad supersónica cada recoveco del estadio Independencia. La madrugada del jueves recién se despereza en Belo Horizonte y encuentra a Gerardo Martino buscando respuestas en el aire, prisionero de un clima irrespirable por la desazón. La reciente eliminación de su equipo ante Atlético Mineiro en las semifinales de la Copa Libertadores aún le da vueltas y lo persigue como un duende maldito. Parece empujarlo al inconsciente ejercicio de la introspección. Pero el Tata no entrega señales de tener la mente en blanco. Al contrario. La gestión de Gustavo Dezotti, su ladero inseparable en este proceso como director técnico de Newell's, permite confirmar que aún en el lodo de la amargura tiene cosas para decir. Por eso el Tata apenas divisa a los enviados de Ovación en Brasil, se levanta del asiento delantero que ocupa en el micro que trasladó a la delegación hasta el hotel Ouro Minas y rebobina con palabras su última noche sentado en el banco rojinegro.
—¿Qué es lo primero que se te viene a la mente a minutos de no haber logrado el pase a la final de la Copa Libertadores?
—Es difícil hacer un análisis profundo de lo que pasó cuando todavía me invade una profunda tristeza por el resultado final. Lo que sí me pasa es que recuerdo situaciones puntuales del partido y la sensación que tengo es que podríamos haber cambiado la historia. Pero ahora de nada sirve pensar en eso porque no se puede cambiar nada. Seguramente con el paso de las horas podré digerir un poco más lo que pasó, aunque tengo claro que no puedo quedarme sólo con lo de anoche (por el miércoles) en un proceso que duró un año y medio.
—¿Coincidís con que el equipo entró muy mal y recién se pudo acomodar en el segundo tiempo?
—Sí, en el segundo tiempo se dio un partido más controlado, más acorde con nuestras expectativas. En el primer tiempo fuimos netamente superados por Atlético Mineiro y en el segundo pudimos jugar más sueltos y salimos de ese ahogo inicial. De hecho, la situación más clara cuando el partido estaba 1 a 0 fue nuestra y no la pudimos concretar.
—¿Esa jugada en la que no puede llegar a definir Milton Casco te terminó de convencer de que no era la noche de Newell's?
—No puedo ser tan terminante con el pensamiento, pero la realidad es que no la pasamos bien. Igual, no tengo nada para reprocharles a los jugadores y tampoco para reprocharme. Me siento realmente orgulloso de este grupo.
—Encima en el mejor momento de Newell's se interrumpió el partido porque se apagaron algunos focos de las torres de iluminación.
—Sí, eso evidentemente repercutió en nuestra levantada. Igual, los perdedores no deben reparar en esas cuestiones aleatorias y sí tienen que sobrellevar la derrota con la mayor dignidad posible. No tengo que entregar señales de llorar por esta eliminación. Atlético Mineiro fue superior, ejecutó mejor los penales, clasificó y punto.
—¿Tomás esta definición por penales como que esta vez la moneda cayó del otro lado con relación a lo que pasó con Boca en cuartos?
—Sí y no. Porque la serie con Boca fue muy pareja. No hubo grandes méritos de ninguno de los dos equipos para pasar y nosotros tuvimos la chance de clasificar por los penales. Con Mineiro creo que injustamente cayó del otro lado si analizamos que en Rosario fuimos muy superiores y en Belo Horizonte también gozamos de nuestro momento para poder sellar la serie.
—¿Qué les dijiste a los jugadores en el vestuario?
—Les agradecí por lo que me hicieron vivir en este año y medio en el que estuvimos juntos. Siempre voy a estar orgulloso de este grupo porque supo representar mi idea futbolística a la perfección durante el tiempo en el que compartimos este proceso. Les dije a los jugadores que si bien nos dolió perder, también es gratificante irte de la Copa no traicionando el estilo que siempre nos acompañó. La gente de Newell’s también merece un gran reconocimiento porque siempre nos apoyó, bancó a este plantel en situaciones apremiantes y se sintió representada con nuestro juego.
—¿Te alcanza con que te digan que Newell’s se fue de la Copa con dignidad futbolística?
—La verdad, no. Las derrotas son derrotas y uno debe entenderlas como tal. No hay derrotas dignas. Por ejemplo, cuando perdí 3 a 0 con la selección de Paraguay la final de la Copa América ante Uruguay me fui a mi casa sabiendo que no habíamos estado a la altura. En cambio, la sensación de esta eliminación con Mineiro es distinta porque creo que en algún momento tuvimos reales posibilidades de pasar la serie. Seguramente el paso de los días, ya más tranquilo, me permitirá revisar algunas cuestiones futbolísticas que tal vez podrían haber cambiado el destino. Eso lo dejo para mi autocrítica.
—¿Tuviste tiempo para pensar que fue tu despedida como técnico de Newell’s?
—Realmente no. Además me parece irrelevante pensar en eso en este momento de dolor por la eliminación. Ya voy a tener tiempo para asimilarlo con el paso de los días.
—Apenas terminó la definición por penales los jugadores de Newell’s se metieron en el vestuario y a vos se te vio caminando atrás con paso muy cansino, como sabiendo que era tu último partido.
—Se dio así, dejé que los jugadores se ubicaran adelante, pero quería que la despedida fuera todos juntos. Porque si algo tuvo este equipo fue su armonía grupal y creo que esa era la imagen que debíamos dejar aun en este momento en que nos retirábamos derrotados.
—¿Cómo imaginás tus días ya sin la responsabilidad que significa ser técnico de Newell’s?
—Seguramente voy a extrañar dirigir a un equipo que juega de esta manera, pero también sé que es una decisión que no me toma por sorpresa y que ya estaba pensada. Nunca me voy a ir de Newell’s y tampoco voy a prohibirme seguir disfrutando de este equipo. Lo iré a ver o lo seguiré por televisión. Siempre voy a estar ligado a este equipo.