Newell’s no pudo hallar el gesto futbolístico que buscaba para levantar la cabeza en el Clausura. Aparecieron los pibes, los goles y la concentración en el arranque para marcar la diferencia de entrada, pero después se quedó sólo en eso. Estacionado en su peligrosa etapa de indefiniciones. Se dejó meter en fase de aturdimiento solamente atosigado por la pelota parada de un rival muy endeble. Así, el equipo de Roberto Sensini no aprovechó el envión inicial que regalaba el 2 a 0 a favor, dejó que el trámite del partido corra sin sentido en el golpe por golpe y nunca reparó en la evidente diferencia de peso de los contendientes. No tuvo la inteligencia para manejar ni someter al adversario, y el 3 a 3 del final obliga a dejar las luces amarillas encendidas.
El local comenzó el primer tiempo respetando sus obligaciones. Parecía que tenía las claves para no volver complicado lo que se presentaba sencillo en los papeles. Y en esos minutos iniciales contó con la claridad, la decisión y el oficio para trasladar su dominio en el arco rival.
A los 2’ el pibe Tonso sorprendió entrando por izquierda y contuvo Monzón. Un minuto después, Bieler tuvo una pelota inmejorable en el área chica y se nubló ante el arquero quemero. Y a los 4’ llegó la apertura del marcador tras un centro de Mateo y una furiosa volea de Bieler que decretó el primero leproso.
Todo transcurría en los carriles de la lógica. Había dos equipos sin equivalencias dentro de la cancha y parecía que la goleada era cuestión de iniciativa para los rojinegros. Y así arribó la conquista de Fideleff, a los 24’, con una peinada hacia atrás luego de un tiro libre del Gordo Sperduti.
Ese 2 a 0 acentuaba las sensaciones de duelo desigual, de partido con sentencia escrita de antemano. Pero este Newell’s se encuentra lejos de brindar garantías y de a poco entró en un cono de interrogantes desde el descuento de Huracán, a los 27’, con un golazo de tiro libre de Maidana.
Allí se abrió un período de confusión inexplicable. Newell’s ya no era patrón, ni manejaba las riendas del partido. Sólo por su culpa. En el lapso final de esa etapa, los rojinegros desataron un concierto de errores y mientras esperaban que llegue el entretiempo, Huracán lo golpeó muy duro.
A los 41’, Mateo la metió involuntariamente en su propia valla luego de una pelota parada y, a los 45’, Quintana se burló del Coloso con un cabezazo que estampó el tercero tras un córner.
Al local le quedaban 45’ pero no supo encontrar las llaves para destrabar el encuentro. Ni siquiera el gol de Sperduti que empardó la historia, a los 57’, le sirvió para serenarse y recomponer su plan de juego.
Tampoco aportaron significativamente los cambios ofensivos desde el banco. Almirón, el paraguayo Camacho y el pibe Faravelli poco pudieron hacer para acercar al equipo a la victoria.
De esa manera, el planteo del dueño de casa se fue desdibujando mientras corría el reloj y no surgían ideas salvadoras. Sólo un cabezazo de Fuentes, a los 25’, y un disparo de Tonso, a los 26’, que pegó en un defensor alimentaron levemente la ilusión.
En el tramo de cierre dilapidó algunas chances arriba y sufrió atrás con algunas groserías. Así transita Newell’s en el torneo, todavía un poco lento, desalineado, mezclado en la irregularidad. Con su manual de buenas intenciones en el bolsillo pero sin recetas de aplicación. Y más allá del 3 a 3, queda claro que sigue sin encontrar el camino. l