Este Newell's, el que lleva la firma del Tata Martino, no tiene secretos. No esconde misterios. Tiene un estilo propio, convicciones firmes y pautas que respeta adentro y afuera de la cancha. Le gusta hacerse dueño de la pelota, persigue carteles de protagonismo escénico y asume riesgos en cualquier ocasión. Y para sostener esa búsqueda en su propuesta se basa en un aspecto más terrenal, pero fundamental para poder alcanzar objetivos de grandeza. Este grupo se apoya en una convivencia saludable que exhibe una interesante mezcla de experiencia y juventud, que tiene líderes que se hacen cargo de sus roles, y un conductor que señala el camino con ambición, astucia e inteligencia. Al menos eso es lo que está mostrando el plantel leproso en su paso por Mar del Plata.
El cuerpo técnico que dirige Martino prefiere mantener una saludable distancia con la dirigencia. Trata de aislar a los suyos de los vicios de la política y los enfoca exclusivamente en lo futbolístico. En esta pretemporada, tanto el presidente Lorente como el vice Riccobelli no pararon en el mismo hotel que los futbolistas y sólo el Galgo Dezotti (que no tiene cargo) es el único que está a sol y a sombra junto al entrenador. Son sólo señales, pero que exponen reglas de acción y preferencias.
El guía. No hay dudas de que Martino es el eje vital de la revolución leprosa. Es el que analiza la hoja de ruta, el que absorbe todas las presiones y las transforma en motivaciones para un proceso que no deja de despertar expectativas y cosechar elogios.
En Mar del Plata, el Tata volvió a manejarse a su manera. No está encima de los jugadores. Habla lo justo en los momentos que se necesita. Tiene un gran ascendiente sobre sus dirigidos y por eso piensa y dosifica cada gesto. También suele elegir algún jugador particular para entablar caminatas y charlas a solas en el tramo final de los entrenamientos (el sábado pasado lo hizo con el volante Pablo Pérez en la Villa Marista). Está atento a todos sin atosigar a nadie, y en ese rubro es muy importante la labor de su numeroso cuerpo técnico, un grupo de trabajo laborioso en el que cada uno cumple los encargos con gran seriedad. Alrededor de cada paso de este plantel, hay estudio y organización.
Los pibes. La mística leprosa indica que son los chicos de la cantera los que forjan las chances de futuro. Y esta versión de Newell's tiene pibes que prometen, que llegan con la marca en el orillo de la fábrica de Theiler y que son los que más aprenden en estos procesos de preparación.
Jaime, Carlos Torres y Altolaguirre (tres jóvenes que fueron campeones en otras categorías) jamás se olvidarán de esta primera pretemporada. Pero hay otros, que piden permiso a gritos con su ímpetu juvenil. En ese sentido, el apuntado como el jugador que puede explotar en esta temporada es Juan Ignacio Vieyra, quien puede desempeñarse como volante ofensivo o media punta, y se luce en cada práctica. Es la gran apuesta.
También hay otros chicos del club como Tonso y Muñoz, que se sienten más seguros con lo que ya transitaron en la primera división, y se mueven con mayor fluidez dentro del plantel.
Los unos. Este equipo tiene una interesante puja en la posición de arquero que define sus mejores bondades. Guzmán y Peratta pelean por el mismo puesto pero con respeto y enorme profesionalismo. El Patón tiene su primera pretemporada como titular y esa felicidad se le nota. Es uno de los más bromistas del plantel, siempre está de buen humor y suele ser uno de los impulsores de cada movida. Por su parte, Peratta no se achica, trabaja como el primer día y sigue siendo una voz muy respetada en el fuero interior.
Los grandes. En el último semestre se reconfiguró el mapa de relaciones internas del plantel. Es que llegaron algunos pesos pesado como Heinze, Maxi Rodríguez y Scocco que son los que marcan el pulso del grupo. Por experiencia, son muy reconocidos por sus compañeros más jóvenes y desde ese lugar manejan con criterio los hilos de las relaciones humanas de este plantel.
Como muestra de esta situación, sobre el cierre de la práctica del sábado, Heinze reunió a los más chicos sentados en ronda en el medio de la cancha y allí habló más de 15 minutos sin que volara una mosca. El Gringo, como todos los más grandes, se ocupa de su rol de referente y trata de transmitir su enorme bagaje cultural a la ansiosa fertilidad que representa la juventud rojinegra.
Un párrafo aparte merece Bernardi, el capitán y el núcleo futbolístico de este Newell's. Que más allá del caso de dóping positivo y de la tensión que genera esperar una decisión sobre su caso (en la dirigencia leprosa son optimistas al respecto), es el que más escucha, el que más se mueve, el que más reclama y el que continúa liderando cada inquietud de sus compañeros. Si recibe una sanción, por más pequeña que sea, será una baja muy difícil de disimular.
Así camina Newell's por Mar del Plata transitando su pretemporada. Ilusionado con lo que tiene entre manos. Obligado por su potencial, sus desafíos y sus convicciones, y no por la calculadora. Con lazos de sangre que lo elevan y lo distinguen, con una convivencia que le otorga nuevo sustento a viejos anhelos, y con un potente combustible espiritual que surge de las raíces de sus líderes.