Newell's jugó menos de lo esperado, pero le alcanzó para ganar

Hay rivales que potencian logros o sirven de excusas para justificar derrotas. Están los otros también. Los que obligan a dar más, los que exponen al otro si no lo consiguen. Eso fue Olimpo ayer para Newell's. Un adversario para lucirse, que sin embargo lo hizo sufrir y hasta casi lo deja sin nada. Pero no fue así, al cabo. El resultado sí fue el esperado y la forma de conseguirlo también. Aunque haya sido en cuentagotas, al fin el gol de la victoria de Pablo Pérez llegó por la vía que el Tata intenta poner como sello: pelota al piso y paciencia.

Le alcanzó con poco a Newell's. Con muy poco. Tiene su lógica. Ante un rival ya descendido, sin cohesión futbolística y mucho menos anímica, suele alcanzar con lo que hizo el equipo de Martino ayer en Bahía Blanca. Apenas un puñado de llegadas a fondo, pocos momentos de dominio real y por ende de jugadas de riesgo. Eso sí, las que tuvo devinieron de esas virtudes que viene exponiendo, más allá de la ayuda que tuvo en el gol del empate de Víctor Figueroa, donde Ibáñez y compañía hicieron todo lo posible para facilitarles la tarea a él y a Urruti, que lo asistió.

El de la victoria en cambio, de Pablo Pérez, fue la consecuencia de dos toques bien pensados con el paraguayo Aquino, partícipe necesario. Y que tuvo su prólogo en el mano a mano que minutos antes Ibáñez le tapó al propio volante goleador, que ayer volvía tras dos fechas de suspensión.

Pero Newell's no hizo mucho más que eso. No pudo. No supo. No pareció incluso ponerle la enjundia necesaria. Sin embargo, esta última aseveración tiene la otra cara de la moneda. Puede interpretarse, y de hecho Martino lo hizo, que en realidad el equipo no se desesperó, buscó siempre por la misma vía de la asociación colectiva, aún cuando casi no pudo lograrlo en todo el desarrollo. Quién sabe si no supo ubicarse en el campo chico o si penó con cambios nominales en defensa. Si se confió, quizás. Sea cual sea la causa, lo cierto es que fue una de las producciones más bajas de los rojinegros. Tanto, que Peratta debió hacerse importante para mantener el empate y seguir con vida, justo un rato antes de que Pérez sentenciara la historia. Y hasta se quedó con dos pelotas importantes después.

Recién en el final apareció, por ejemplo, un apagado Sperduti. O Tonso se hacía más importante de lo que fue Figueroa. O antes, Aquino justificaba el cambio del Tata por Urruti. Poco pero suficiente. Olimpo se lo permitió. Newell's lo aprovechó. Debe, al fin, apuntarse como un mérito.