No fue una noche de inspiración. Este Newell’s recargado fruto de la gestión Martino tuvo algunos inconvenientes para alcanzar el triunfo que necesitaba para quedar como único líder del Clausura. Le faltó lucidez (y algo de fútbol) para salir airoso de un compromiso que por momentos se empantanó en el terreno de las imprecisiones y las dudas. Por eso, la igualdad 1-1 con Arsenal, en el Viaducto, debe ser leída como una unidad de aporte valioso, ya que la obligación de este equipo es sumar, sobre todo cuando no puede jugar como le gusta.
El partido comenzó con los nervios propios de un duelo que puso en juego cosas importantes. A Newell’s le costó hacer pie de arranque. La pelota viajaba mucho por el aire y los errores se multiplicaban.
Con el correr de los minutos, la visita comenzó a hacerse fuerte a partir del corazón de Villalba para cortar todo, del cerebro de Bernardi para buscar el compañero mejor ubicado y la potencia de Urruti para guapear contra todos.
Por eso no extrañó que, a los 18’, Urruti inventara un jugadón en el área rival, dejara dos rivales en el piso y sacara un sablazo que rozó el travesaño. Fue el momento de mayor presión y mejor desempeño de la Lepra. Pero no duró lo suficiente.
Sobre la media hora de juego, Arsenal usó sus mañas para cortar la circulación rojinegra y lo mandó para atrás con pelotas aéreas que complicaron la resistencia de un Ñuls que fue perdiendo bríos y retrocediendo metros.
Así, a los 40’, Zelaya la bajó de cabeza y le regaló el gol a Benedetto, pero el Pelado lo desperdició. De esa manera el cero compartido del descanso otorgó castigos y merecimientos en partes proporcionales para dos equipos que no estuvieron a la altura de lo que pretendían.
El complemento fue más eléctrico. El gol de arranque de Benedetto, que desvió de cabeza tras un disparo de Diego Torres y que incluyó una posición adelantada de Zelaya en el armado previo, provocó un shock, un escenario distinto, más riesgoso y emotivo, en el que Newell’s se volcó con más determinación en ataque y así tuvo su rápida recompensa.
A los 9’, Figueroa aprovechó una pelota desprolija que quedó servida en el área y con un toque suave estampó la igualdad, se sacó la mufa (ver aparte) y llevó tranquilidad.
Desde allí, Newell’s trató de aprovechar ese envión anímico para ir por más pero equivocaba los caminos y fallaba en la última puntada. Un cabezazo de Tonso, otro de Vergini y un disparo de Urruti fueron muestras de que tuvo chances, aun dentro de una cita con pocas luces.
Esta vez los cambios no ayudaron a conseguir la claridad que se necesitaba y Newell’s debió conformarse con un reparto de puntos que le permitió alcanzar a Boca en la cima y que aún le da rienda suelta a su sueño colateral.