En el fútbol la perfección no existe. Es más, cada vez cuesta más ver equipos que llenen los ojos y que además sean efectivos en el arco de enfrente. Por eso hay que catalogar como excelente a la producción futbolística que ejecutó Newell’s a lo largo de los 90 minutos para vapulear a un Colón irreconocible. La Lepra fue un violín y entonó ayer la mejor melodía del año, con una catarata de cinco goles que incluso pudieron ser más. Los de Sensini dominaron las acciones de principio a fin y fueron la conjunción perfecta de toque, quite y gambeta. Tampoco faltaron los lujos y las extraordinarias combinaciones en velocidad que terminaron con gritos de buena factura. Tal vez la gran virtud rojinegra fue que los notables rendimientos individuales hayan estado por sobre todas las cosas al servicio del funcionamiento colectivo. Newell’s ganó, goleó y gustó. Tuvo una tarde con un fútbol de alta gama.