Apenas ingresó por la entrada del club Sportsmen Unidos que da sobre la calle Alem, Facundo Arregui se fue cruzando con uno y otro que lo palmeaban y felicitaban. A pocos metros, varias decenas de chicos nadaban en la pileta, ajenos a que allí estaba la gran figura de la natación argentina de los Juegos Parapanamericanos Juveniles de Buenos Aires, para deportistas con capacidades diferentes, que culminaron el fin de semana en el Cenard. Mientras caminaba con sus bastones canadienses, el joven de 16 años mostraba las tres medallas de oro y otra de bronce que le valieron el reconocimiento unánime. "Todo resultó impresionante", dice el hijo de Fernando, ex jugador del seleccionado argentino de waterpolo, que a la vez es su entrenador.
Desacostumbrado al asedio del periodismo, describe a la situación vivida durante los Juegos como inexplicable. "No entendía nada. Me volvieron loco. Igual es genial que te vengan a buscar para una nota", manifiesta el nadador representante de Fadesir (Federación Argentina de Silla de Ruedas) , con discapacidad motriz y cuyo rendimiento en el torneo le abrió la chance de competencias internacionales de gran prestigio.
"El año que viene tengo los Juegos Odesur de Chile y, según me dijeron, también voy a estar en los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015. Según como me vaya allí tengo la chance de ir a los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016", agrega, aunque igual prefiere tomar todo con paciencia.
Ese futuro es consecuencia del rendimiento que exhibió en el Cenard. Ganó las medallas de oro en los 50, 100 y 400 metros libre, y la de bronce en 100 pecho. El podio en esas cuatro pruebas superó con amplitud sus pretensiones. "Fui para tratar de hacer mi tiempo, dar todo de mí y que salga lo que salga. Antes de los Juegos pensaba que me iba a encontrar con nadadores de gran nivel, como lo comprobé con los brasileños, que son buenísimos. Pero al final todo resultó impresionante", describe Arregui, también jugador de waterpolo en el equipo Sub 16 de Sportsmen, deporte en el que compite con convencionales.
"En 100 y 400 libre bajé mi tiempo. Y en pecho fue la primera vez que me tiraba. Lo hice para saber cómo me iba", señala Arregui, logros que resaltan aún más su actuación.
Para llegar hasta acá tuvo un apoyo fundamental: su padre. "Tener a mi papá de entrenador es distinto, te podés enojar más que si tuviera a otro", dice y sonríe. "A veces me siento un poco incómodo cuando entreno en el Cenard con otros que no son mi viejo, porque él siempre me dice qué es lo que tengo que hacer", agrega.
Su padre interviene solamente al principio de la charla y recuerda cuando la entrenadora nacional, la rosarina Malvina Biglione, le aconsejó que Facundo se dedique a la natación. Hace más de un año y medio, el joven tuvo una evaluación nacional y le vieron condiciones. Así fueron los inicios del nadador, que entrena entre cinco o seis veces por semana durante 2 horas y media o 3 durante cada jornada.
Estudiante del segundo año del Colegio Los Arrayanes, reconoce que en esos comienzos dudo sobre su continuidad en la natación. "Pensaba que era un deporte muy estricto, muy sacrificado. Pero de a poco me voy acostumbrando a esas exigencias. Conseguir una medalla en todas esas carreras de los Panamericanos y haber sido el mejor nadador de la selección también son cosas que me impulsan para seguir", sostiene.