El histórico dirigente sindical Héctor Quagliaro falleció ayer a los 76 años en Rosario. Al ser
nombrado ciudadano distinguido por el Concejo Municipal, hace casi cuatro años, Quagliaro no dudó
en extender ese reconocimiento “hacia todo el movimiento obrero rosarino” y “cada
uno de los compañeros” con quienes compartió una lucha “interminable, codo a
codo”, y en cada rincón del país. Las palabras que pronunció ese día cobran hoy un sentido
todavía más profundo: “Dejar esta historia es tan difícil como empezarla...”. Sus
restos son velados en Cochería Caramuto (Córdoba 2936), de donde partirán hoy a las 8.30 rumbo al
cementerio de Ibarlucea.
Héctor Quagliaro nació en Rosario en 1933 y trabajó como ayudante de
lechero desde los 12 años. A los 20 ingresó en los talleres del Ministerio de Obras Públicas de la
Nación, lo que marcó el inicio de su vida como militante.
Tras el derrocamiento de Juan Domingo Perón, en 1956, participó de la
resistencia peronista y fue delegado gremial. En 1959 y 1961 fue elegido secretario general de la
Asociación Trabajadores del Estado (ATE) Rosario y en el 63 encabezó la CGT local, desde donde
desplegaría una incansable labor en favor de los derechos de los trabajadores y las instituciones
democráticas.
A fines de marzo del 68, en el congreso normalizador de la CGT Amadeo
Olmos se formó la CGT de los Argentinos, donde confluyeron sectores del activismo sindical con
concepción clasista bajo la consigna de “Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin
honra” y “Unirse desde abajo y organizarse combatiendo”. Toda una toma de
distancia del sindicalismo colaboracionista con la dictadura de Onganía.
Poco después, un sector del movimiento obrero de Rosario y el cordón
industrial lanzó la convocatoria “Por una CGT sin compromisos ni ataduras espurias”. Un
mes más tarde, en un plenario de 27 gremios presidido por Quagliaro, se formó la CGT de los
Argentinos Regional Rosario, de la que el sindicalista quedó al frente.
También tuvo una protagónica participación en las jornadas del
Rosariazo, uno de los hitos de la lucha democrática que culminó con la renuncia de Onganía.
Años más tarde, con el temible golpe militar del 76, el dirigente fue
cesanteado y separado de la conducción nacional de ATE. Un congreso fraudulento terminó
expulsándolo.
Sin embargo, Quagliaro supo generar y sumarse a espacios de resistencia
civil a la dictadura junto a jóvenes militantes sindicales y políticos, como Germán Abdala y Víctor
De Gennaro, y apostó a la creación de la Agrupación Nacional de ATE, organización que en 1984
recuperaría la conducción a nivel país.
Como fruto de esa lucha, un año después fue reincorporado a su puesto en
la Dirección Nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables y luego designado al frente de
la Escuela de Capacitación Sindical de ATE. En 1987 fue nuevamente votado secretario general de la
organización, cargo en el que fue reelecto hasta 1999.
Durante estos últimos siete años Quagliaro presidió el Centro Nacional
de Jubilados de ATE y la Federación de Jubilados de la Central de Trabajadores de la Argentina.
En el 2006, el entonces edil del ARI Nire Roldán propuso nombrarlo
ciudadano distinguido de Rosario “por su compromiso en la defensa de las libertades
democráticas, los derechos del movimiento obrero de nuestra región y su contribución al movimiento
popular del nuestro país”. La misma ciudad que lo honró en vida ayer se enlutó con su
muerte.