Era el único testigo aún vivo de las últimas horas de Adolf Hitler en el búnker de Berlín. Rochus Misch, quien sirvió al dictador nazi durante cinco años como telefonista y guardaespaldas, murió el jueves en Berlín a los 96 años por las secuelas de un derrame cerebral. Durante años acompañó a Hitler hasta que éste y su esposa Eva Brown se suicidaron ante la inminente llegada de las fuerzas aliadas enemigas.
El antiguo guardaespaldas de Hitler desató controversias. Muchos dudaron que ignorase las atrocidades cometidas por el régimen nazi estando tan cerca del dictador. Otros lo criticaron por haberse quedado en el búnker después de la muerte de Hitler.
Incluso en sus últimos años, durante una entrevista en 2005 con The Associated Press en la que recordó los últimos días de Hitler, Misch mantenía una postura rígida sin manifestar remordimiento alguno por su relación con el personaje más abominable del siglo XX. “No era ningún monstruo. Tampoco era superhombre”, afirmó. Misch siempre eludió las cuestiones de culpa y responsabilidad afirmando que no sabía nada sobre el exterminio de seis millones de judíos ni que Hitler hubiera planteado la “Solución Final” en su presencia. “Ese tema nunca se trató”, aseguró enfáticamente a AP. “Nunca”.
En el prólogo a la versión en inglés de su libro “El último testigo”, que debe publicarse en octubre, escribió que nunca formuló preguntas durante lo que consideraba su “día regular en el trabajo”.
Nacido el 29 de julio de 1917 en el pequeño pueblo de Alt Schalkowitz, en el actual territorio de Polonia, quedó huérfano de pequeño. Durante la sangrienta revolución rusa y el ascenso de Josef Stalin al poder, Misch dijo que a los 20 años decidió incorporarse a la SS, una organización que consideraba un freno a la amenaza de la izquierda. Se inscribió en la Leibstandarte SS Adolf Hitler, una unidad con sede en Berlín que fue fundada como la guardia personal del Fûhrer. “Era anticomunista, contra Stalin, para proteger Europa”, afirmó, y notó que miles de europeos occidentales sirvieron en la Waffen SS. “Me incorporé a la guerra contra el bolchevismo y no por Adolf Hitler”.
Los inicios de la guerra. Pero cuando los nazis invadieron Polonia el 1º de septiembre de 1939, Misch se halló en la vanguardia cuando su división de las SS se sumó a una unidad regular del ejército para encabezar el ataque. Misch, que hablaba algo de polaco, fue enviado con un grupo para negociar la rendición de una fortaleza y les dijeron que querían tiempo para pensarlo. “Mientras nos volvíamos nos dispararon”, recordó. “Una bala me pasó a dos centímetros del corazón”.
En mayo de 1940 fue designado para servir como uno de los dos hombres del SS que debían funcionar como guardaespaldas y asistentes de Hitler, haciendo de todo, desde responder los teléfonos hasta recibir a los visitantes. Misch y su camarada del SS Johannes Hentschel acompañaron a Hitler en la Cancillería y hasta el refugio final. “Estábamos a un metro de distancia. Sentí un frío intenso y después un calor impresionante”, relató sobre su primer contacto con Hitler. “Siempre fue un jefe maravilloso”, agregó. “Viví con él durante cinco años. Eramos los más allegados que trabajábamos con él. Siempre estuvimos allí día y noche”.
Ambiente sombrío. En las postrimerías de la guerra, Hitler lo llevó al refugio antiaéreo, el Führerbunker, donde reinaba un ambiente sombrío y todos presentían que llegaba el fin. “Todos esperábamos este tiro”, dijo sobre el suicidio de Hitler y su mujer Eva Braun. Misch permaneció en el búnker varios días después de la muerte de Hitler hasta que el ministro de Propaganda, Josef Goebbels, lo despidió con las palabras: “Hemos sabido vivir y ahora sabremos morir”. Goebbels y su mujer Magda dieron muerte a sus seis hijos para después quitarse ambos la vida.
Misch, de 27 años, desconectó su central telefónica y huyó del búnker el 2 de mayo de 1945 en dirección a la Friedrichstrasse. Fue capturado posteriormente por las tropas soviéticas y enviado nueve años a prisión en la entonces Unión Soviética.